El grupo de congresistas que este jueves presentó el proyecto de la llamada Ley de Ciudadanía 2021 se hacen llamar ‘the closers’ (los cerradores) que es como se conoce a los buenos vendedores en un equipo de mercadeo, esos que siempre logran “cerrar” el trato con los clientes.
Con seguridad, estos “cerradores” del Partido Demócrata saben que harán falta todas sus habilidades de vendedores para convencer suficientes congresistas del Partido Republicano, particularmente en el Senado, para que apoyen la iniciativa que respalda el presidente Joe Biden para ajustar el estatus migratorio de 11 millones de indocumentados y reformar el sistema migratorio.
Apenas comenzar la rueda de prensa, el senador por Nueva Jersey Bob Menéndez y la representante por California Linda Sánchez (quienes recordaron que ambos son hijos de inmigrantes) se planteó el asunto de las probabilidades de que la propuesta sea aprobada.
“Ya sé lo que están pensando, ¿tiene esta ley la posibilidad de lograr los 60 votos que necesita?”, dijo Menéndez en un momento de la conferencia, para añadir: “Y la respuesta es: ‘No sabemos hasta que no lo intentemos’”.
Menéndez recordó que en oportunidades anteriores, los proyectos no han logrado avanzar “porque hemos sucumbido a las voces extremas”.
Sin embargo, el senador no destacó que desde la última propuesta de reforma en 2013, las voces en Washington se han radicalizado, sobre todo cuando se toca el tema de inmigración.
Sin apoyos republicanos
La iniciativa presentada este jueves no cuenta aún con apoyos de republicanos, que será necesaria para lograr los 60 votos en el Senado que se requieren para pasar al voto final. En la Cámara de Representantes, los demócratas tienen la mayoría suficiente.
“Hemos tenido conversaciones con colegas republicanos. Varios de ellos tienen interés en elementos de la ley. Parte de las negociaciones serán, por ejemplo, si te interesan los trabajadores agrícolas. Es como 2013, cuando yo fui parte del grupo de 8, empezamos con poco apoyo, pero terminamos con 68 votos en el Senado”, afirmó Menéndez.
Sin embargo, varios senadores republicanos han dejado claro que no consideran que la propuesta vaya a servir como punto de arranque para el debate parlamentario y consideran que se trata de una “amnistía”, palabra que usan para cuestionar que se otorguen beneficios a personas que, destacan, han violado las leyes migratorias.
Marco Rubio, el senador republicano de Florida, quien en 2013 estuvo junto a Menéndez en el ‘Grupo de los 8’ que intentaba lograr que se aprobara la reforma migratoria de Barack Obama, calificó el nuevo plan como una “amplia amnistía”.
“Hay muchos asuntos en los que pienso que podemos trabajar cooperativamente”, dijo Rubio en un comunicado poco antes de que Biden asumiera el cargo, cuando se empezó a delinear la propuesta demócrata para la reforma migratoria.
“Pero una amnistía amplia para personas que están acá ilegalmente no es una de ellas”, afirmó Rubio.
A esas diferencias se suman los roces que dejó en el Senado el reciente proceso de juicio político contra el expresidente Donald Trump, que ayudó a diluir rápidamente cualquier buena voluntad que podía haber con la instalación del nuevo gobierno y llevó a los partidos a sus trincheras habituales.
Incluso el senador Mitt Romney, un duro crítico de las políticas de Trump y quien votó en su contra en los dos juicios que se le siguieron, se ha distanciado de la propuesta demócrata.
En víspera de la presentación de la Ley de Ciudadanía 2021, Romney y su colega de Arkansas, Tom Cotton, presentaron una propuesta para aumentar el salario mínimo y además “exigir a los empleadores a verificar el estatus legal de los trabajadores”, lo que se interpreta como un deseo de reforzar los controles sobre los indocumentados.
“Debemos proteger a los trabajadores estadounidenses”, escribió Romney en un mensaje en su cuenta Twitter el martes pasado, reforzando la idea de que legalizar a 11 millones de indocumentados no está en el interés de la economía estadounidense afectada por la pandemia del coronavirus.
El futuro de los dreamers
Otro republicano que integró el fracasado ‘Grupo de los 8’, el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham, ha sugerido que una aproximación menos ambiciosa para empezar a reformar el sistema migratorio tendría más posibilidades de éxito en la Cámara Alta.
Graham y su colega demócrata Dick Durbin, de Illinois, presentaron recientemente un proyecto rescatando la original Dream Act para beneficiar a los amparados por DACA, la que ha descrito como “un punto de arranque para encontrar avances para los dreamers y además reparar el roto sistema de inmigración”.
Tras cuatro años de una dura retórica antiinmigrante desde la Casa Blanca de Donald Trump, que radicalizó las posiciones entre muchos republicanos, es difícil vislumbrar cómo se podrán empezar a acercar posiciones para garantizar la aprobación de la ley.
El tema de la seguridad fronteriza es el punto crítico para quienes que tradicionalmente han torpedeado proyectos de reforma como la de 2013 o la de 2007, que presentó el entonces presidente George W. Bush y fue rechazada por la bancada de su propio partido en el Senado.
Los demócratas parecen confiar en que en la Casa Blanca hay un equipo ejecutivo que sabe cómo se trabaja en el Congreso: Biden y su segunda, la vicepresidente Kamala Harris, quien hasta enero fue senadora por California.
El presidente de EEUU pasó 36 años en el Senado. Creo que tiene lo que hace falta para negociar”, fue la expresión de confianza del senador Menéndez el jueves cuando presentó el proyecto.
Con información de Univision.