Hay una especie de broma que se escucha en algunos círculos de Washington que dice que, cuando China habla de «cooperación win-win (ventajosa para todos)», significa que Pekín gana el doble.
Es un dicho que surge en ocasiones al hablar de las relaciones con el país asiático, pero sirve para reflejar la desconfianza que existe entre ambas potencias.
La lazos entre Estados Unidos y China se han deteriorado estos últimos años hasta un nivel no visto en décadas, y ahora que empieza la era Biden, una pregunta se hace inevitable a ambos lados del Pacífico: ¿puede mejorar la situación?
La pasada semana, ambos gobiernos lanzaban algunos mensajes al respecto.
El presidente Xi Jinping advertía en el Foro de Davos contra una «nueva guerra fría» y pedía «abandonar los prejuicios ideológicos y seguir un camino de coexistencia pacífica, beneficio mutuo y cooperación para que todos ganen».
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Mientras, la nueva portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, señalaba que «partirán de un enfoque de paciencia» para responder a los «abusos» del país asiático.
«Eso significa que vamos a consultarlo con nuestros aliados, con demócratas y republicanos, y vamos a permitir que el proceso interinstitucional se desarrolle para revisar y evaluar cómo debemos seguir adelante con nuestra relación «, indicó Psaki.
Expertos de ambos países advierten que la salida de Trump no significará una mejora sustancial de la relación, pero eso no significa que no se vayan a producir cambios.
«Tenemos que tener en cuenta que tanto China como Estados Unidos quieren proteger y avanzar en sus propios intereses. Ninguno tiene el objetivo exclusivo de recuperar la relación», señala a BBC Mundo Bonnie Glaser, veterana investigadora estadounidense, incluida en la lista de «Los 10 nombres que importan en política sobre China» de la revista Politico.
Problemas estructurales
Y es que Biden entra en juego en un momento de aparente no retorno para la compleja relación, con una China cada vez más asertiva en la arena internacional y un mayor consenso en Estados Unidos sobre la amenaza que le supone.
«La nueva era en las relaciones China-Estados Unidos continuará al menos mientras la República Popular China siga en la era Xi», escribía Bill Bishop, analista de asuntos chinos, en su blog Sinocism de forma previa a la investidura de Biden.
«Xi y sus funcionarios ven el tiempo y las tendencias de su lado, y lo dicen de forma aún más abierta con declaraciones habituales de ideas como: ‘El Este está alzándose y el Oeste está en declive’. Es casi como si creyeran que el desenlace histórico está ya determinado».
«Deben abandonarse los prejuicios ideológicos y seguir un camino de coexistencia pacífica, beneficio mutuo y cooperación para que todos ganen»
Xi Jinping
Presidente de China, en el foro de Davos
El nuevo gobierno en Washington parece ser consciente de ello y valora la postura tomada por Trump estos años.
«El presidente Trump estaba en lo correcto al tomar una actitud más firme con China», manifestó el secretario de Estado, Antony Blinken, en la audiencia de su confirmación en el Senado.
«Estoy en gran desacuerdo sobre cómo lo hizo en diversas áreas, pero la base era la correcta, y, de hecho, creo que es útil para nuestra política exterior«.
El propio Blinken incluso llegó a coincidir con su antecesor, Mike Pompeo, en tildar de «genocidio» la represión china en la región de Xinjiang, donde investigaciones como la de la BBC desvelaron la gran escala de los campos ocultos donde Pekín retiene a ciudadanos de la minoría musulmana uigur.
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La situación en Xinjiang es uno de los numerosos asuntos que Biden sopesará, y que también incluyen los aranceles, Hong Kong, Taiwán (a cuyo estrecho Pekín mandó aviones militares recientemente y advirtió que «la independencia significaría la guerra») o el disputado Mar de China Meridional, donde el gobierno chino anunció maniobras militares la pasada semana.
¿Cooperación?
Para enfrentar la situación, el nuevo Ejecutivo estadounidense ha dejado claro desde el primer momento que romperá con las políticas aislacionistas de Trump, por lo que se espera un enfoque nuevo -o viejo, según se mire-.
«Creo que Estados Unidos volverá a ser civilizado en su diplomacia», apunta Glaser, directora del Proyecto el Poder Chino del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), en entrevista con BBC Mundo.
De hecho, incide, fueron las salidas de tono del exmandatario las que alejaron a socios estadounidenses, y precisamente lo que Biden tratará es todo lo contrario: buscar el multilateralismo para lidiar con el Partido Comunista.
Es una estrategia que también siguió el expresidente Obama en su «giro a Asia», una política que fue vista por Pekín como un desafío directo y que ideó Kurt Campbell, quien precisamente liderará ahora la política de Biden para la región.
«El equipo de Biden está lleno de antiguos miembros de la administración Obama que tienen mucha experiencia escuchando el llamamiento de Xi Jinping a un nuevo tipo de relación entre poderes, de respeto mutuo a los principales intereses del otro. Así que no van a caer en ese truco», remarca Glaser.
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En cualquier caso, ahora también se espera algún tipo de cooperación en áreas como el cambio climático o la no proliferación nuclear de Irán o Corea del Norte.
También declaraciones más firmes en asuntos de derechos humanos, que durante gran parte de la presidencia de Trump quedaron totalmente relegados.
«Es muy posible que China y EE.UU. retomen el mecanismo de diálogo estratégico, como con Obama, de cara a disminuir la tensión y ampliar el entendimiento mutuo», apunta Cui Shoujun, decano asistente de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Renmin de Pekín.
China espera, comenta Cui a BBC Mundo, cooperar a nivel bilateral «para reducir las tensiones comerciales y el embargo en alta tecnología (en particular, en el sector de los semiconductores)».
Y multilateralmente «cooperar contra la covid-19 y para mejorar la gobernanza global en asuntos públicos como el comercio o el cambio climático», agrega.
El sector de la alta tecnología es uno de los frentes más disputados entre las dos potencias, con Huawei como la cara más visible de esa confrontación por la supremacía.
Y es ahí donde la competencia «será más encarnizada», augura Willy Lam, veterano politólogo de la Universidad China de Hong Kong y autor de «Política china en la era de Xi Jinping».
«El decoupling [la separación de los lazos entre ambos países] disminuirá en muchas áreas, pero incluso escalará en el sector tecnológico», añade en conversación con BBC Mundo.
En Pekín, sin duda, están alerta.
Uno de los prominentes expertos en política china y miembro de diferentes organismos gubernamentales, Yan Xuetong, advertía recientemente que la estrategia de Biden será «más sofisticada» y, por ende, puede «causar más problemas internacionales» para su país.
El objetivo del líder demócrata es «el mismo que Trump (…) impedir que China reduzca la brecha de poder con Estados Unidos«, manifestaba Yan, decano del Instituto de Relaciones Internacionales Modernas de la Universidad de Tsinghua, en entrevista con Caixin.
«La naturaleza de la relación sino-estadounidense ha cambiado», zanjaba, «y si la relación no se trata desde la perspectiva de la competitividad, los problemas no podrán ser resueltos».
Para ello, la portavoz de Exteriores china Hua Chunying invitaba a no dejarse llevar por los demonios.
«China y EE.UU. tienen que volver al respeto mutuo y la cooperación de la era pre-Trump. (…). Ambos países merecen un futuro mejor»
Hua Chunying
Portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de China
«A través del esfuerzo común, los ‘mejores ángeles’ en las relaciones entre China-EE.UU. serán capaces de vencer a las fuerzas del mal», enfatizaba Hua el día de la investidura de Biden, tan solo unas horas después de anunciar sanciones contra 28 altos cargos de la era Trump.
Con información de BBC Mundo.