La revista dominical del New York Times publicó una pieza llamada “Antes insistía en que yo no me enojaba: ya no más”. La autora explora valientemente el tema de las prohibiciones internalizadas y de la sociedad contra las mujeres que experimentan, y, peor, expresan el enojo y habla sobre haber crecido creyendo que no se enojaba, solo se ponía triste. Ella pensaba que la tristeza era “más refinada y también menos egoísta” que el enojo, “como si estuvieras conteniendo el dolor dentro de ti, en lugar de hacer que alguien más lidiara con este trauma.”
Los hombres siempre han tenido un problema con el enojo de las mujeres; a los niños se les condiciona a ser así desde una edad muy temprana. El autor cita investigaciones que sugieren que los niños pequeños y las niñas se enojan con la misma frecuencia, pero a los niños se les enseña a sentirse bien con su enojo mientras que a las mujeres se les enseña a sentirse avergonzadas.
Las mujeres enojadas incomodan a los hombres, incluso se sienten amenazados. Las mujeres tristes hacen que los hombres se sientan galantes y protectores.
En mi trabajo como psicoterapeuta, con frecuencia soy testigo de estas prohibiciones sociales en contra de que las mujeres se sientan enojadas. No es inusual que las mujeres lloren mientras hablan sobre sentirse enojadas. Esto puede ser muy frustrante tanto porque sus lágrimas suelen dificultar que otras personas sepan cuándo están enojadas y porque a veces sienten que sus lágrimas les estorban al sentir su propio enojo.
Mientras que las mujeres suelen estar inconscientes de su propio enojo, los hombres están agudamente conscientes de la ira subyacente de las mujeres, incluso si esa ira no se expresa abiertamente. De hecho, muchas de las dinámicas problemáticas en las relaciones heterosexuales pueden explicarse con el miedo de los hombres de que las mujeres estén enojadas con ellos y los desapruebens. Los hombres tienden a escanear a sus esposas/parejas cuidadosamente en busca de cualquier indicador de que podrían estar enojadas o desaprobándolos, orientando sus vidas emocionales alrededor de la presencia o ausencia del enojo en sus esposas/parejas.
Los hombres suelen hablar sobre estar caminando sobre cristales, considerando todo lo que dicen y hacen en términos de viejos dichos como “esposa feliz, vida feliz” y “si mamá no está contenta, nadie está contento” que dicen la verdad sobre el temor de los hombres hacia la ira de las mujeres. Un hombre me dijo que estaba tan sensibilizado al estado emocional de su esposa que podía saber sin temor a equivocarse cómo se estaba sintiendo cuando entraba por la puerta ¡incluso antes de verla.
Los hombres tienen miedo de la ira de las mujeres por varias razones:
Cuando somos capaces de hacer más espacio para que las mujeres reconozcan y expresen todos sus sentimientos, incluida la ira, entonces les damos a los hombres más permiso para tener relaciones más completas, menos basadas en el miedo y más gratificantes para ambas partes.
A version of this article originally appeared in English.