La contracultura, manifestación disidente de una cultura, ha evolucionado como su antagónica misma.
Durante el siglo XX surgieron en Estados Unidos y posteriormente el resto del mundo, hippies, punks, skinheads, entre otras manifestaciones que fueron una piedra en el zapato del sistema. ¿Ahora es el turno del trap?
Este subgénero del rap inició en Atlanta, en la década del 90. El origen del nombre se debe a que así llamaban a los lugares donde se vendía droga ilegal (traphouse).
Trap significa trampa en inglés. Three 6 Mafia y Goodie Mob experimentaron con algunos sonidos pero no fue hasta los 2000 que el término y la música ganaran terreno.
A partir de 2010 el mundo poco a poco fue conociendo una estética, jerga y comportamientos propios, hasta experimentos con el metal. «Hay una chispa contracultural”, como dijo el periodista cultural, Jordi Costa en una entrevista para CulturPlaza.
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Diferentes medios han publicado notas con un tratamiento similar. En un artículo de The Eleven Magazine, incluso se compara con los goliardos, hombres de la Edad Media de predicciones hacia el vino, mujeres y el vagabundeo, alegando que representaban el inconformismo y el rechazo hacia los valores establecidos de la época.
Escritores, periodistas y gestores culturales también se suman. El diario El País entrevistó a una serie de expertos para que opinaran si la contracultura era una realidad, varios de ellos la relacionaron con el estilo músical.
De todos modos, en Hypertexto te diremos por qué el trap no lo es:
Elemento social
En un ensayo publicado en 1984 por la Universidad de la Rioja, de España, se lee que la contracultura parte de una crítica a la tecnocracia, un sistema social en el que, alega, las sociedades industriales capitalistas y socialistas han terminado convergiendo.
Hasta los momentos el subgénero se vale de la música para proyectar mensajes alejados de inconformidad alguna. Excepto por aquella que los motiva a salir de la pobreza; esto es producto de un anhelo desde una perspectiva progresista.
Algo que no estaba fijado en las ideas de movimientos como el hippie en los años 60 y su participación directa en las protestas contra la guerra de Vietnam, pues aclamaban derechos civiles, además una revolución sexual.
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Posteriormente otras representaciones disidentes se pronunciaron en contra de la cultura de cada década, enfrentándose al poder. La realidad social ha sido un detonante, un estímulo. El común denominador ha sido intentar cambiar la sociedad o al menos estar conscientes de una realidad.
Protesta
La música ha sido uno de los medios artísticos que proyectan la esencia de lo contracultural. Es por eso que en diferentes canciones del imaginario popular occidental se encuentran letras de contenido contestatario.
En los 50 se publicaron estudios y teorías del conflicto social. Lewis A. Coser, sociólogo estadounidense, lo definió como la lucha por el estatus, poder, recursos que buscan eliminar a los rivales. Por lo tanto, la protesta, un mecanismo de defensa por parte de un grupo social, es utilizada para rechazar una realidad.
Al contrario del trap, no figuran exponentes que interpreten o compongan canciones críticas al entorno salvo casos como el video musical de This Is America (2018), canción con elementos propios del subgénero, interpretada por el actor y comediante estadounidense Childish Gambino (Donald Glover) que al ritmo del beat y ciertos elementos característicos, plantea un discurso irónico y disidente.
Bad Bunny, uno de los representantes de la cultura de masas, se unió este año junto a raperos y cantantes para protestar en contra del ex gobernador de Puerto Rico, Ricardo Roselló quien entregó el cargo el 2 de agosto a raíz de la crisis económica y escándalos de corrupción. Incluso rapeó junto a Residente, ícono del género latinoamericano. No obstante, musicalmente hablando, la canción no es trap, pero su aporte radica en la relación con el subgénero.
Nihilismo
Negar toda creencia, principio o dogma religiosa, política y social, es un acto nihilista. Hay dos variables: el nihilismo negativo y positivo. Ambas forman parte de esta corriente del pensamiento.
El primero es la negación a todo principio ético mediante la autodestrucción mientras que el segundo también niega el estado de las cosas pero lo hace con el propósito de dar espacio a otras verdades mediante la acción.
Dado a que el origen del nombre, se inspiró en las drogas, las líricas del trap en su mayoría contienen mensajes directos y crudos. Una oda al vicio como expresión que rechaza los preceptos morales.
Sin embargo, no ansía un cambio social ni refleja en la música códigos o símbolos ácratas salvo la indumentaria, expresión postmoderna también presente en otros grupos sociales ligados a la juventud.
Cultura de masas
Estas características han llamado la atención de la industria del arte y entretenimiento. Al menos para Beauty Brain, una productora que ha impulsado a la exponente argentina Ms. Nina, el trap es “un género comercial”, dijo en una entrevista para el diario El Salto.
En 2018, Bad Bunny ganó 16 millones de dólares según Billboard. Otros como Lil Pump han firmado contratos con la Warner Bros. por 8 millones de dólares. Casos como estos indican que ya no se trata de una expresión cultural originaria de los suburbios de Atlanta sino de un género musical con alcance mundial.
De acuerdo a la Escuela de Frankfurt, integrada por investigadores sociales de mediados del siglo XX, la cultura de masas es la forma en que el capital alcanza el éxito a través de la tecnología y consumismo, proyectados por los mass media.
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El internet es el medio de esta era. “El trap ha llegado en un momento en el que las redes sociales están en el punto máximo y eso ha ayudado mucho a expandir todo este género”, dijo una de las nuevas sensaciones de España, Blondie.
No se puede hablar de una aversión hacia el sistema si el mercado explota obras o símbolos. Ese es uno de los principios de Rebelarse vende: el negocio de la contracultura, ensayo escrito por los autores Joseph Heath y Andrew Potter, en 2004, quienes recientemente brindaron una entrevista donde manifestaron que la generación contemporánea es diferente y por ende, es necesario investigar al respecto para visualizar el panorama.