El socialismo y el capitalismo son las doctrinas económicas más debatidas en el mundo.
A pesar de esto, ambas suelen ser confundidas. Por ejemplo, el presidente Donald Trump, tuiteó recientemente lo siguiente:
¿Realmente los demócratas son socialistas? Estas acusaciones evocan la Guerra Fría, conflicto en el que se enfrentaron los Estados Unidos con la Unión Soviética indirectamente, bajo sus esferas de influencia en todo el mundo.
Trump se equivoca. El partido Demócrata es de corte liberal y progresista. Por lo tanto, no se opone al libre mercado sino todo lo contrario.
Sin embargo, por un lado se encuentran los Demócratas socialistas (DSA), por sus siglas en inglés) quienes multiplicaron por 10 su número de afiliados entre 2015 y 2018, según la BBC.
Dentro de esta organización hay figuras como Alexandria Ocasio-Cortez, miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y la diputada Ilhan Omar.
Ambas se han convertido en figuras notables y modelos a seguir para algunos jóvenes.
Para nadie es un secreto que el sistema político del país es bipartidista, por eso el DSA no funciona como partido pese a que hay otros bloques como el Partido Libertario, el Partido Verde y el Partido de la Constitución.
No obstante, no tienen peso ni relevancia en la sociedad estadounidense. Es por eso que íconos como Ocasio-Cortez, Ilhan Omar y Bernie Sanders, quien se retiró de la carrera presidencial, forman parte del Partido Demócrata.
«Hay algunas excepciones que se postulan por el Partido Verde o directamente como demócratas socialistas pero, en general, reconocemos que el sistema bipartidista están tan arraigado que es mucho más fácil ganar postulándose por el Partido Demócrata», le dijo a la BBC Kristian Hernández, copresidenta del capítulo del Norte de Texas del DSA.
En teoría, esto no quiere decir que el Partido Demócrata sea socialista, pese a que Bernie Sanders y otros miembros se identifican con tal ideología.
Incluso ha dicho que su socialismo no es el mismo que el de Venezuela, país sumergido en una profunda crisis económica.
Además ha tomado como ejemplo el modelo escandinavo, que para muchos se han desarrollado por medio de sistemas socialistas y democráticos.
«Estoy de acuerdo con (lo que sucede en) Escandinavia, hay que garantizar la atención médica a todas las personas como un derecho humano».
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Diferencias entre capitalismo y socialismo
Dentro del socialismo democrático, opiniones como la de Sanders son populares.
Pero la principal diferencia entre capitalismo y socialismo es la medida en que el Gobierno controla la economía.
Los gobiernos socialistas pretenden eliminar la desigualdad económica controlando estrictamente las empresas y distribuyendo la riqueza a través de programas que benefician a los pobres, como educación y atención médica gratuitas.
El capitalismo, por otro lado, sostiene que la empresa privada utiliza los recursos económicos. La sociedad se beneficia cuando la distribución de la riqueza está determinada por un mercado que opera libremente.
Este sistema económico se basa en la idea de que los individuos privados poseen y controlan las empresas, la propiedad y el capital.
El volumen de bienes y servicios producidos se basa en un sistema de oferta y demanda, que alienta a las empresas a fabricar productos.
Por otro lado, el socialismo describe una variedad de sistemas económicos bajo los cuales los medios de producción pertenecen por igual a todos en la sociedad.
En algunas economías socialistas, el Gobierno elegido democráticamente posee y controla las principales empresas e industrias.
En otras economías socialistas, la producción está controlada por cooperativas de trabajadores. En algunos otros, se permite la propiedad individual de empresas y propiedades, pero con altos impuestos y control gubernamental.
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¿Son los países escandinavos socialistas?
Las diferencias entre las ideas políticas, que a su vez son encarnadas por medio de la economía, suelen pasar desapercibidas al tratarse de los países escandinavos, los cuales se han convertido en un ejemplo a seguir para la izquierda moderna.
A los medios globales (especialmente en los Estados Unidos) les gusta retratar a Noruega y Escandinavia como socialistas. Pero «capitalismo tierno» es un término mucho más exacto.
Todos los sistemas tienen aspectos positivos y negativos y los países escandinavos no son una excepción.
Escandinavia y los países nórdicos pueden describirse mejor como socialdemocracias.
Si bien los países escandinavos son muy diferentes en muchos aspectos, comparten mucha historia común.
Los estilos de Gobierno tampoco son idénticos, pero comparten algunas características comunes.
Las formas en que son similares son suficientes para que podamos hablar de ellos colectivamente; los estudiosos lo llaman el Modelo Nórdico.
En primer lugar, todos son países capitalistas de libre mercado. Mucha gente pasa por alto este hecho, pero sus economías son completamente abiertas y comercian globalmente como la mayoría de los países del mundo.
La forma en que difieren es principalmente en su estado de bienestar. La seguridad social en Escandinavia es más generosa que prácticamente en cualquier otro lugar.
La característica clave del modelo nórdico es la colaboración social. Eso es una coordinación centralizada de la negociación salarial y los derechos entre empleadores y trabajadores.
Acuerdos como el danés de Kanslergade en 1933 y el sueco de Saltsjöbaden de 1938 establecen un medio para que los empleadores y los sindicatos negocien sobre cuestiones como los salarios.
Además, tienen un marco para presionar al Gobierno con el fin de llegar a un acuerdo sobre la legislación que afecta el empleo en términos de condiciones y regulación.
Un resultado de esto, que ciertamente se desvía del libro de jugadas de la izquierda, es que no hay un salario mínimo nacional en Suecia, Dinamarca o Noruega.
En estos países hay seguridad social y un sistema público de pensiones con servicios públicos bien financiados en una economía con impuestos relativamente altos.
Por otro lado, también hay sólidos derechos de propiedad y cumplimiento de contratos junto con una facilidad general para hacer negocios, así como libre comercio combinado con riesgo compartido colectivo, lo que permite los beneficios del globalismo mientras protege contra muchos de los riesgos.
Desprestigio
Estos conceptos tal vez suelan ser confundidos por ignorancia o conveniencia. El ahora candidato presidencial por el partido azul, Joe Biden, no es socialista pese a que el Partido Republicano insiste en lo contrario.
«Esta elección decidirá si salvamos el sueño americano o si permitimos que una agenda socialista derribe nuestro preciado destino», dijo el presidente Donald Trump en agosto.
Biden respondió: «Ya sabes como soy. Conoces mi historia, la historia de mi familia. Pregúntese: ¿Parezco un socialista radical con debilidad por los alborotadores? ¿De Verdad?».
Para muchos, este señalamiento por parte de Trump es solo parte de una campaña de desprestigio al mejor estilo de la Guerra Fría, un enfrentamiento que al parecer sigue vivo.
