El distanciamiento social en Latinoamérica ha evitado por motivos obvios que la gente tenga sexo. En Estados Unidos la situación es un tanto diferente debido a que diferentes ciudades han entrado a la tercera fase, permitiendo que haya más movimiento en las calles.
La vida sexual antes del coronavirus era diferente. Hoteles, moteles y cabañas han estado a la orden para pasarla bien. Incluso conocer a alguien era fácil a través de aplicaciones para citas pero las restricciones que aún permanecen podrían cambiar el panorama.
Esto ha influenciado el sexo incluso en su industria. Por ejemplo en Salt Lake City algunos strip clubs abrieron sus puertas pero con algunos cambios. Los clientes ya no pueden meter el dinero en las tangas de las bailarinas sino que deben dejar el dinero en el escenario y volver al asiento.
“Manténgase a seis pies de distancia de las modelos, empleados y otros clientes. Su máscara debe permanecer en todo momento, excepto cuando esté bebiendo. No se acerque a seis pies del escenario que no sea para colocar su dinero al borde”, son algunas de las reglas.
Otros clubs de este tipo en UK se limitan a realizar shows online debido a que durante la cuarentena fueron forzadas a trabajar. Preocupadas por su salud, las streapers se presentan en Zoom.
Sea por trabajo o no, el virus ha redefinido el sexo. Hypertexto conversó con varias personas del continente americano para saber cómo han lidiado con la situación.
Relación a larga distancia
Chelsea vive en Texas. Antes de la pandemia solía salir con un muchacho que conoció en Tinder. En caso de que se encuentre una vacuna no volvería a repetir algún encuentro sexual con él.
“No me sentiría cómoda imaginar que mientras nos besamos me contagie. No sabemos quién tiene el virus o no, prefiero no tomar riesgo, y él tampoco. Hemos tenido sexting y hasta los momentos no nos aburrimos. Luego veremos qué pasa”.
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Confiesa además que la cobertura mediática le ha causado cierta paranoia. Está fuera de casa “de vez en cuando” porque trabaja en casa y sus compras las realiza online con delivery incluido. Para Chelsea el sexo no es tan importante.
“En estos momentos tengo muchas preocupaciones. Mi vida sexual es simple. Hasta ahora me conformo con masturbarme. Si sigue transcurriendo más tiempo no sé qué haría, creo que iría en contra de mis miedos directo a la casa de mi chico and fuck him immediately!”.
Al preguntársele si tendría sexo en caso de que haya algún dispositivo que permitiría tener relaciones sexuales sin riesgos de contraer el virus, Chelsea dice que depende porque ella odia los preservativos.
“No se siente igual. Yo prefiero que mi pareja se haga una prueba para saber si tiene alguna enfermedad. Y si se trata de quedar embarazada, yo tengo un diu. Si inventan algo que pudiera hacerme sentir tranquila con alguien que tenga coronavirus y no me lo contagie, debo saber si el placer se sentirá igual, si no es así, prefiero tener una relación a distancia. Bueno, no lo sé”.
Un negocio
Álvaro Y Carlos viven en Perú. Ambos son unos de los 860 mil venezolanos en el país andino. Nunca habían convivido hasta ahora, por lo que el sexo no era tan recurrente pero ahora que viven juntos, no paran ni un día.
Ambos se quedaron sin trabajo. Carlos oyó a alguien decir que si se tenía un buen físico se podía ser exitoso en el mundo webcammer. “Probamos en una página con cierto recelo pero la necesidad nos hizo perder el tabú y probamos. No nos va mal. Por fin los años en el gimnasio valieron la pena”, ríe Álvaro.
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“Es demasiado sabroso ganar dinero teniendo sexo al mismo tiempo. No sé si las prostitutas sienten lo mismo porque en mi caso si estoy con mi pareja sentimental. Estamos todo el día en esto”.
Hypertexto les pregunta si todo volviese a la normalidad ellos se tomarían en serio el trabajo. Álvaro dice que no porque teme ser señalada. “Yo soy ingeniero, en este gremio hay mucha gente doble moral. Llegué a Perú ejerciendo la carrera, algo casi imposible para muchos”.
Carlos expresa sin duda alguna todo lo contrario. “Yo siento que encontré mi vocación. ¿A quién no le gusta tirar? (follar)”.
Así como ellos, muchas otras mujeres se han limitado a hallar dinero realizando performances de corte sexual no solo en Latinoamérica sino en Estados Unidos. De hecho, antes del coronavirus, ya eran un negocio jugoso.
¿Qué pasará?
Mientras no se halle una vacuna no se sabrá que puede pasar. No obstante, un estudio revela que se puede disfrutar de un encuentro sexual usando una máscara.
La investigación indica que la abstinencia ofrece el menor riesgo de infección, pero los no es una opción realista para muchos. Además, evitar el sexo podría tener «efectos psicológicos insidiosos en un momento en que las personas son especialmente susceptibles a las dificultades de salud mental», sostienen los autores.
Para prevenir, dicen los investigadores, las personas pueden reducir su número de parejas sexuales y evitar tener relaciones sexuales con personas que muestran síntomas de Covid-19, como fiebre, tos, fatiga y pérdida del gusto u olfato.
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Además de usar máscaras, quienes tienen relaciones sexuales con parejas fuera de su hogar también deben bañarse antes y después, evitar actos que impliquen la transmisión oral de fluidos corporales y luego limpiar el área con jabón o toallitas con alcohol para reducir su probabilidad de infección.
Los entrevistados coinciden en que es “imposible” evitar las ganas. Por lo tanto, prefieren tomar el riesgo.