El coronavirus llegó al campo de refugiados más grande del mundo. El virus aterrizó en el recinto que alberga a casi un millón de personas personas pertenecientes al grupo étnico musulmán los rohingyas. En el 2017 miles de personas se vieron en la necesidad de huir de Myanmar (Birmania) a la vecina Bangladesh por la violencia. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) calificó este episodio como un “genocidio” por parte de las autoridades de Birmania.
Ahora en el contexto de la pandemia global del COVID-19 se suma otro problema para la ya desprotegida población, por ello grupos de ayuda advirtieron que el brote puede ser “devastador” en esta comunidad, en primer lugar porque viven en una condición vulnerable: Hacinados y en un lugar con pocas condiciones de salubridad.
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Los dos primeros casos positivos por COVID-19 fueron confirmados el jueves 14 de mayo, por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) en Bangladesh. Hasta el momento, hay cuatro casos confirmados.
El miedo presente es que en la comunidad viven más de 40.000 personas por kilómetro cuadrado, lo que puede significar una clara propagación del brote.
Para entender mejor esta relación, en Nueva York la densidad poblacional es de 10.000 personas por kilómetros cuadrado, es decir, en el campo de refugiados de los rohingyas es cuatro veces más.
“Un refugiado rohingya y un miembro de la comunidad local dieron positivo por Covid-19 en una instalación en el asentamiento de refugiados de Kutupalong”, informó ACNUR por medio de Twitter.
Kutupalong es conocido por ser uno de los 34 campamentos de refugiados que se encuentran en Cox’s Bazar, una ciudad de Bangladesh en donde están localizados los rohingyas.
Miedo por los refugiados
El distanciamiento social es una de las primeras medidas recomendadas para evitar el contagio por COVID-19, sin embargo, en los refugios es difícil seguir esta norma por el reducido espacio.
Dr. Shamim Jahan, directora de salud de Save the Children en Bangladesh, aseguró en un comunicado que las autoridades sanitarias se enfrentan a la posibilidad de que “miles de personas puedan morir”.
Agregó que “la pandemia puede retrasar por décadas a Bangladesh”.
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Antes de que se anunciaran los primeros casos de coronavirus en el campamento, organizaciones humanitarias como CARE comunicaron que sería “casi imposible” contener el brote en los 34 campamentos.
Las pruebas dentro de asentamiento de refugiados tampoco son suficientes. Hasta el 14 de mayo tan solo habían realizado 108 pruebas, según datos de la OMS. Otra recomendación como lavarse las manos a diario es difícil para los rohingyas.
“Siete miembros de mi familia comparten un alojamiento de ocho por diez pies (dos por tres metros). Todos nos piden que mantengamos la distancia social, pero ¿cómo podemos hacerlo?”, le dijo a Acnur el refugiado rohingya Saidul Hoque.
Viven en espacios reducidos, comparten baños y tienen problemas para acceder al agua potable y jabón.
Retraso
El brote de COVID-19 llegó al centro de refugiados semanas antes de que llegara la temporada de monzones al país.
Dicha época del año está marcada por abundantes lluvias, lo cual ocasiona inundaciones, deslizamiento de tierras en esta región y causar mayores problemas a los 34 campamentos de refugiados. No obstante, hay otras situaciones con los que los rohingyas conviven.
El 12 de mayo se reportó un gran incendio dentro de campamento Kutupalong y destruyó 312 refugios, además de afectar a otros, así lo informó la agencia de Acnur en Bangladesh.
Elisabeth Byrs, la vocera del Programa Mundial de Alimentos (PMA), expresó que la llegada del virus a los campos de concentración podría revertir los años de avance del país asiático.
La experta explicó que en la nación hay más de 40 millones de personas que viven en situación de pobreza y sumado a la caída de los ingresos, el panorama no es alentador.
El PMA asegura que necesitan dinero para poder contrarrestar los efectos de la pandemia. Piden 320 millones de dólares: 200 millones para su respuesta al COVID-19 en Bangladesh y otros 120 millones para la población musulmana.
Conflicto
Los rohingyas son una minoría musulmana que por décadas vivió en Birmania, un país cuya religión oficial es el budismo. Durante años el gobierno birmano los ha discriminado y no los reconocía como ciudadanos de pleno derecho.
El éxodo de rohingyas a Bangladesh inició en el 2017, después de que un grupo proveniente de esta comunidad realizó varios ataques a puestos de policía en Birmania y fallecieron 12 oficiales de policía.
Este hecho le dio fuerza al gobierno de Birmania para quemar poblados rohingyas, realizar detenciones que fueron consideradas ilegales por la ONU y violar los derechos humanos de esta población.