Ya hablamos acerca de los nuevos géneros, un tema que genera debate en el mundo. Aún no son aceptados por completo. Menos la transespecie, el equivalente de transgénero, pero esta vez es la persona de comportamiento animal atrapada en el cuerpo de un humano.
Se conocen algunas historias debido a entrevistas de medios de comunicación como la de Tom Peters, quien quiere ser reconocido como perro. Otra es la de Erik Sprague, admirador de lagartos hasta el punto de tatuarse escamas y operarse la lengua. Dennis Avner quería ser gato, pasando por costosas cirugías en su rostro. Tom Leppard se tatuó todo el cuerpo, emulando la piel de un leopardo, vivió en una remota isla de Escocia hasta su muerte.
No hay estudios que investiguen directamente el tema. Este año, la OMS (Organización Mundial de la Salud), publicó una nueva edición de una guía llamada Clasificación estadística internacional de enfermedades y problemas relacionados de la salud (DCI en inglés). En la publicación hubo una novedad: el término transexual fue eliminado como trastorno mental y de comportamiento.
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Esto significa que la comunidad internacional poco a poco abandona el hermetismo. Pues anteriormente, los transgéneros y transexuales pasaban por un diagnóstico que «comprobaba su enfermedad mental» para poder acceder a servicios médicos.
Ahora serán reconocidos como individuos con incongruencia de género, término al que se les atribuye en la clasificación de la Asociación estadounidense de Psiquiatría. Se trata de disforia de género, que no constituye una enfermedad mental sino un malestar asociado a su condición.
El camino ha sido largo para la comunidad LGBTI. ¿Qué será para la transespecie? Aunque los números de casos no estén registrados en el mundo, se les relaciona con el mismo diagnóstico psiquiátrico tomando en cuenta que es la discordancia entre el sexo biológicamente asignado con el identificado.
Empatía y antropoformismo
Si una persona se comporta como un gato, caballo, lagarto, incluso dragón, su capacidad de relacionarse con el entorno traspasa la realidad. De hecho, ser como el último «animal» mencionado, es en realidad ser un otherkin, lo mismo que transespecie pero con criaturas mitológicas.
La relación de la humanidad con los animales es ubicua. Desde las pinturas rupestres hasta la actualidad, hay una conexión como la del antropomorfismo, que es otorgar cualidades humanas a cosas o especies y la empatía, como explicamos en un artículo, es la capacidad cognitiva de generar lazos a través de comportamientos.
¿Acaso la transespecie nace de allí? No se sabe a ciencia cierta hasta los momentos pero sí es influida porque las historias de aquellas personas que se identifican como no humanos, interpretan ese rol desde una perspectiva humanizada.
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Por ejemplo, Tom Peters, «el hombre perro». Actúa como un can doméstico. Usa collar, pechera y tiene una «ama», quien en realidad es su ex esposa. Estos tratos devienen de una relación meramente humana porque es imposible «pensar» como animal. Es decir, es consciente de lo que es y de lo que no.
Es así como puede concluirse que la empatía hacia los animales, producto de la humanización, se vincula con la posmodernidad, tendencia ligada al culto al individualismo, diversidad, globalización, entre otros fenómenos socio culturales.
Fetichismo
Una de las características relacionadas con los transespecie, además de lo descrito en el párrafo anterior, es el fetiche por usar un accesorio o vestir una prenda alusiva a un animal determinado.
En Estados Unidos hay competencias donde los participantes lucen y se comportan como caballos o como se les dice en inglés, pony play y a perros, puppy play.
En ambos, prevalece un elemento fetichista. Especialmente en el pony play. El cuero, el freno en la boca, cadenas y de más, son juguetes que usualmente son utilizados por parejas con fines sexuales.
Este es el caso de Nicole, quien se refiere a sí misma como una adicta al animal roleplay . «Me permite satisfacerme en un juego que todos amamos de niños pero que es un tabú en un adulto», dijo en un programa llamado My Strange Addiction.
Aunque ella no se identifica como transespecie, hay relación debido a que otras personas como Tom Peters, manifiestan sentirse bien cuando usan una prenda o disfraz. Ese es el primer paso. El segundo es asumir que es algo serio, según un documental llamado Secret Life of the Human Pups.
Derechos
Aunque ningún país del mundo reconozca a un transespecie como tal, es posible que si algún día llegue a suceder, la persona no sería reconocida por la sociedad. Por lo tanto, sus derechos humanos serían nulos.
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En la película Ted 2, protagonizada por un oso de peluche parlanchín, se busca lo contrario. El personaje, al ser una propiedad, no puede gozar de ningún beneficio o deber. Es por eso que emprende una lucha para que la justicia pueda legalizar su estatus de ser humano. La enseñanza del film es que no importa el físico sino el sentimiento e inteligencia.
¿Qué pasaría al revés? Probablemente no podría votar, casarse, pagar impuestos, ocupar posiciones gubernamentales ni tendría derecho a la propiedad, acceso a subsidios, no podría entrar en lugares no pet friendly y en caso de tener una familia, no sería reconocido como padre o madre. En otras palabras, habría una degradación.
A medida que el tiempo transcurre y los países atraviesan procesos socioeconómicos que influyen en el comportamiento de una población, hay individuos que van en contra del estado de las cosas y como rechazo lo manifiestan de diferentes formas. Ser transespecie, es una.
