El cambio climático es parte del discurso mediático y político. Se ha hablado acerca de las consecuencias en el medio ambiente, así como de las físicas. No obstante, la salud mental en torno al tema no ha figurado en la discusión pública.
Un artículo publicado por la ONG (Organización no gubernamental), Environmental Health News, agrupa una serie de afecciones que ya se están percibiendo. «Algunos nos hundimos en una profunda desesperación o simplemente nos resignamos a la inevitabilidad del cambio climático global».
Hay quienes evaden la realidad o la niegan, indica el reporte. Pues las personas expuestas a eventos climáticos extremos que amenazan la vida tienen más probabilidades de experimentar trastorno de estrés postraumático, depresión y ansiedad.
Quienes se exponen a olas de calor prolongadas suelen tomar malas decisiones de alto riesgo que pueden ocasionar la muerte o lesiones graves. En cuanto a la sequía, una de las consecuencias del cambio climático, se experimenta depresión, violencia interpersonal y pensamientos suicidas.
En cuanto al aumento del nivel del mar y la erosión costera, los ciudadanos no están exentos de padecer de ansiedad. También se ven inmersos en conflictos interpersonales o otros en su comunidad.
«Los cambios ambientales que amenazan nuestros medios de vida, el acceso a los alimentos y la habitabilidad de nuestras comunidades conducen a un desempleo y pobreza generalizados, conflictos civiles y dislocaciones».
Inmigrantes afectados
El caso de Siria, no es solo un conflicto bélico. De acuerdo al informe, la guerra fue precedida por años de sequía en la parte oriental del país que llevó a un desplazamiento masivo de más de un millón de residentes.
Muchos de los migrantes que huyeron a Europa durante los últimos siete años llegaron de la región del Sahel en África. El continente africano no ha sido el único afectado. Pues quienes han llegado a la frontera sur de los Estados Unidos durante los últimos dos años provienen del «corredor seco» de América Central.
En ambos casos, la inseguridad alimentaria y la reducción de la productividad agrícola se han asociado con mayores niveles de violencia y pobreza. Para los residentes de estas y muchas otras partes del mundo afectadas por el cambio climático global, la única alternativa es irse.
Si bien la migración se considera una forma de adaptación, también tiene un costo. «Los refugiados climáticos a menudo son capaces de aportar poco, aparte de los problemas de salud mental creados por los cambios ambientales y sus amenazas para la salud y el bienestar».
Los riesgos suelen ser padecer de depresión, ansiedad, estrés postraumático, uso de sustancias y violencia interpersonal.
Ecoanxiety
Los ancianos, los jóvenes, las mujeres, los menos educados, los pobres y aquellos con una condición de salud mental preexistente son especialmente susceptibles a estos problemas.
A cada uno se les han dado nombres específicos como ‘ecoanxiety’, ‘ecoparalysis’ y ‘solastalgia’. Este último se refiere a la angustia y el aislamiento causados por la eliminación gradual del consuelo del estado actual del entorno familiar.
Los jóvenes son especialmente vulnerables a estos síndromes. Una encuesta reciente de The Washington Post y la Kaiser Family Foundation encontró que más del 70% cree que el cambio climático causará un daño moderado o grave a las personas de su generación. Alrededor del 57% de los entrevistados informaron que el climate change les hace sentir miedo.
No obstante, la misma encuesta encontró que el 52% informó que esto los hace sentir motivados para hacer algo al respecto.
El activismo mejora la salud mental
Estos jóvenes no están solos. Según Enviromental Health las personas que participan en formas activas de afrontamiento tienen una mejor salud mental.
Además de mitigar el cambio climático mediante la reducción de las emisiones de carbono, la promoción de energía limpia y cambios en el estilo de vida, buscan numerosas formas de combatir estas consecuencias para la salud mental.
De acuerdo a Washington Post, los adolescentes están canalizando sus ansiedades hacia el activismo. «No tenemos tiempo para el miedo» dijo Madeline Graham, de 16 años de Maryland, organizadora de una protesta estudiantil.
Una sólida mayoría de los adolescentes estadounidenses están convencidos que los humanos están cambiando el clima de la tierra y creen que les causará daños personales.
Aproximadamente 1 de cada 4 ha participado en una huelga, asistió a una concentración, escribió a un funcionario público para expresar sus puntos de vista sobre el calentamiento global, un nivel notable de activismo para un grupo que aún no ha alcanzado la edad para votar.
Soluciones
Para el movimiento, comprender el alcance y la escala de los impactos en la salud mental es un primer paso importante para desarrollar e implementar medidas ecoamigables.
Estos incluyen la reubicación planificada de comunidades, educación en salud pública, prevención de violencia, comunicación de riesgos, uso de tratamientos basados en evidencia para problemas de salud mental, capacitación de no profesionales en la prestación de primeros auxilios psicológicos y otras intervenciones, compromiso personal en la conservación del medio ambiente, aconseja la ONG.
Todo esto requerirá un esfuerzo por parte de profesionales de la salud mental y expertos en otros campos. «Cuando se trata del cambio climático y la salud mental, el futuro es ahora».