Estados Unidos está atrapado en un hiperconflicto partidista que divide a políticos, comunidades e incluso familias.
El país ha atravesado profundas divisiones entre sus partidos políticos durante eventos históricos como la industrialización, la Guerra Civil, la inmigración a fines del siglo XIX, el sufragio femenino, las guerras mundiales, la lucha por los derechos civiles y protestas en contra de la guerra de Vietnam en la década de 1960.
Los políticos, desde el presidente hasta los funcionarios estatales y locales, juegan con creencias firmemente arraigadas y, a veces, incluso avivan el fuego.
La polarización política en Estados Unidos se ha vuelto tan intensa que muchas personas ya no confían en nadie.
La raza, la religión y la ideología ahora se alinean con la identidad partidista en formas que a menudo no lo hacían en épocas en las que los dos partidos eran coaliciones relativamente heterogéneas.
Un estudio sostiene que la división es particularmente profunda en parte porque la polarización estadounidense es «especialmente multifacética».
Según los autores, una “poderosa alineación de ideología, raza y religión hace que las fragmentaciones ideológicas, políticas y culturales en Estados Unidos sean inusualmente amplias y profundas».
Por otro lado, el académico Darrell West analiza los aspectos económicos, culturales y políticos de la polarización.
West sostiene que las tensiones sociales se han convertido en un tribalismo «peligroso» que amenaza la democracia estadounidense.
«A menos que la gente pueda salvar estas divisiones y forjar un nuevo camino hacia adelante, será imposible trabajar juntos, mantener una democracia en funcionamiento y resolver los problemas políticos urgentes del país».
La identidad de este país proviene de las creencias comunes establecidas en la Declaración de Independencia, que se celebra el 4 de julio.
«Las personas en el país que se han sentido marginadas u oprimidas, o excluidas del Sueño Americano siempre han utilizado el 4 de julio como una ocasión para reclamar su membresía en la nación, para reclamar su libertad y su igualdad con los demás», dice Timothy Shannon, profesor de historia en Gettysburg College.
Sin embargo, según el sociólogo Todd Gitlin, de la Universidad de Columbia, Estados Unidos «siempre ha estado dividido».
«Creo que eso de que el país es unificado es un mito, las creencias estadounidenses han sido terreno en disputa desde el principio”, expresa Gitlin.
«Quiero decir, elige un momento de la historia en el que no siempre hemos estado profundamente divididos».
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Un reto
Luego de que los medios de comunicación hayan dado por ganador a Joe Biden, el ahora presidente electo dejó en claro su intención de salvar «las profundas y amargas divisiones en la sociedad estadounidense».
De acuerdo al Pew Research Center, en los últimos años ha habido una tensión cada vez más marcada entre demócratas y republicanos sobre la economía, la justicia racial, el cambio climático, la aplicación de la ley, la participación internacional y una larga lista de otros temas.
Las elecciones presidenciales de 2020 destacaron aún más estas divisiones profundamente arraigadas. Los partidarios de Biden y Donald Trump creen que las diferencias entre ellos son más que políticas.
«Aproximadamente ocho de cada diez votantes registrados en ambos bandos dijeron que sus diferencias con el otro lado eran sobre valores estadounidenses fundamentales», informa el Pew.
No habrá cambio
Un gran número de estadounidenses considera que su país está dividido por los valores y la política, y no esperan que el conflicto disminuya.
La idea de que Estados Unidos sea una unión de regiones culturales no es nueva, la idea ha existido de alguna forma durante décadas.
Estas discuten y discrepan constantemente sobre cuestiones importantes y valores fundamentales. Las asperezas entre ellos le han dado a la cultura estadounidense una identidad.
Pero, ¿puede esta unión, o cualquier unión así concebida, durar mucho tiempo?
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Está en su ADN
La nación ha sido el guardián mundial del sistema estatal, de la libertad de expresión y el libre comercio.
Si Estados Unidos dejara de ser este «guardián», provocaría un giro de los acontecimientos que conduciría a imperios al quiebre.
Los neoconservadores se abstienen de usar el término cuando se refieren a los «América»; sin embargo, los de fuera lo ven como un imperio y no lo ocultan.
«Los estadounidenses ven este problema y quieren abordarlo. La abrumadora mayoría de partidarios de Trump (86%) y Biden (89%) encuestados este otoño dijeron que su candidato preferido, si es elegido, debería centrarse en abordar las necesidades de todos», indica el Pew Research Center.
Como parte de la recesión democrática global, la polarización política en Estados Unidos es severa y aflige cada vez más a las democracias nuevas y antiguas por igual, produciendo la erosión de las normas democráticas y el aumento de la ira social.
Las fisuras dividen a las sociedades y los factores que provocan la división. Empresarios políticos han explotado y exacerbado divisiones que habían estado latentes durante mucho tiempo para sus propios fines, lo que socavó en el proceso las perspectivas de consenso democrático y gobernabilidad productiva.