En 2004, durante el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), se organizó un partido de exhibición con dos equipos de competidoras que jugaron con reglas modificadas, y todas ellas con lencería.
Así nació el fútbol americano, femenino y sin casi ropa.
Basado en la premisa de que este tipo de juegos atraerían a espectadores de televisión (masculinos), este llamado «Lingerie Bowl» pareció ser un éxito comercial, a pesar de la controversia en torno a su formato flagrantemente sexualizado.
Hay ligas femeninas de softbol, béisbol y la WNBA, pero el fútbol americano siempre tuvo a los hombres en el centro de atención y los animaron las porristas al margen.
Sin embargo, esto ya no es el caso. Estas mujeres son apasionadas por el fútbol y tienen un lugar para jugar: los partidos se juegan en la primavera y el verano en estadios y estadios profesionales masculinos, incluidos los de la NFL.
La llamada Legends Football League (LFL) se reestructuró en la X League, que se anunció que comenzaría a jugar en abril de 2021.
El fútbol de arena tiene reglas ligeramente diferentes al fútbol tradicional, sin goles de campo ni tiros extra. Existen varias ligas de fútbol de arena, pero la X League tiene una cualidad única.
En la X League, los jugadoras usan «ropa de rendimiento» similar a un bikini y equipo modificado, como cascos de hockey, menos almohadillas para las piernas y hombreras modificadas que no cubren el pecho.
La liga todavía tiene ocho equipos, que inicialmente estaban todos en los mismos mercados que los antiguos equipos de la LFL, pero con nuevas identidades de equipo.
¿Victoria feminista?
En muchos sentidos, la X League parece una victoria feminista: dar a las mujeres la oportunidad de jugar al fútbol a un alto nivel parece ser un paso hacia la igualdad.
La mayoría de los equipos son entrenados por ex entrenadores de la NFL que son bien conocidos en sus respectivas ciudades.
Sin embargo, las jugadoras se han quejado de que sus uniformes no ofrecen la protección adecuada y los uniformes en general han creado controversia.
Hasta 2013, los uniformes, que consistían en sujetadores y ropa interior con volantes de encaje, reflejaban esto, bajo el eslogan: «True Fantasy Football».
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Sexualización
En estudios previos sobre el deporte femenino, y en particular sobre atletas femeninas en los medios de comunicación, la relación entre el deporte y la sexualidad ha sido un tema de importancia central.
Uno de los principales debates en este ámbito ha girado en torno a la cuestión de «sexualización», como se ha visto que el fenómeno de la heterosexualidad femenina enfatiza el impacto sobre el potencial empoderador y subversivo de género del atletismo femenino.
El debate ha tendido a fusionarse en torno a dos lecturas opuestas de la sexualización de deportistas, haciendo hincapié en la incompatibilidad del atletismo y la sexualización del deportista, o en su carácter reconciliable dentro de contextos específicos.
Uno de los estudios que profundiza el tema es uno publicado en la revista Sociology of Sport.
«El encuadre erótico de mujeres físicamente fuertes puede tratar el sexo y el atletismo como igualmente potentes significantes, coexistiendo mutuamente en formas que proyectan la encarnación atlética femenina como (hetero) sexualmente deseable de manera similar a cómo los cuerpos de los atletas masculinos han sido durante mucho tiempo: y continúan siendo valorados sexualmente por mujeres y hombres», indican los autores.
«Las mujeres, heterosexuales o no, podrían encarnar conscientemente estilos femeninos (hetero) sexys por su propia voluntad, por razones distintas a conformidad ciega y alienante con el deseo masculino», agregan.
Parece que esta objetivación es el precio que pagan estas mujeres por practicar el deporte.
Dinero
Una preocupación común en el deporte femenino de alto nivel, las jugadoras suelen recibir muy poco (si es que reciben algo) por su trabajo.
En un intento de abogar por mejores salarios, en 2014 una demanda alegó que las jugadoras debían tener una relación empleado-empleador con la directiva de la liga.
Además, otra exjugadora recuerda haber tenido un contrato como gerente de medios del equipo, pero no recibió ninguna compensación económica. Por lo tanto, a las jugadoras se les niegan activamente los ingresos, lo que afecta tanto su sustento como su capacidad para entrenar y competir.
El sexo vende
Y como todos sabemos, el sexo vende. Estas mujeres probablemente no habrían tenido la oportunidad de jugar al fútbol si no se vieran atractivas porque no tendrían audiencia.
Por otro lado, ha habido algunos ligeros cambios en el uniforme y la marca: el nombre de la liga se cambió de Lingerie Football League a Legends Football League, su lema se cambió de «True Fantasy Football» a «Women of the Gridiron» en 2013 y los uniformes también se han modificado para «ropa de rendimiento», que según el fundador de la liga era para «empoderar a las mujeres» y «cambiar más el enfoque hacia el deporte».
Aunque los uniformes aún son reveladores, podría decirse que brindan a las atletas la oportunidad de ser dueños de su atractivo, lo que funciona para contrarrestar el estereotipo de atletas femeninas como demasiado masculinas y poco atractivas.
En general, la liga apunta a capitalizar la idea de que «el sexo vende».
La audiencia principal de esta liga ha sido predominantemente hombres jóvenes, pero recientemente la de mujeres y niños está creciendo. Como resultado de este modelo, la liga ha experimentado cierto éxito.
Aproximadamente 4 mil aficionados asisten a cada partido de liga.
Los medios de comunicación también son esenciales para el éxito de la X League, ya que los partidos semanales se transmiten por FUSE, lo que convierte a la X League en la única liga de fútbol femenino con un contrato de televisión convencional.
La existencia de la X League depende en gran medida de que las jugadoras se sientan atrapadas en los sistemas deportivos femeninos que están plagados de poca cobertura mediática, poca o ninguna paga, poca afición y condiciones inferiores.