Detrás de una foto de antaño, hay datos que miden su veracidad. La interpretación también juega un papel importante. Esto, aunado a la libertad brindada por las redes sociales, da pie a la desinformación en un mundo cada vez más conectado.
Fake History Hunter es un blog dedicado a corregir publicaciones que a simple vista, además de parecer vintage, guardan una historia interesante.
La imagen de una Coco Chanel en 1913 o la de un presunto abuelo de Hugh Hefner, posando con unas conejitas a finales del siglo XIX, lucen atractivas para la curiosidad e ingenuidad. Sin embargo, la encargada de este website, la historiadora holandesa Jo Hedwig Teeuwisse, ha encontrado pistas que contradicen publicaciones de este tipo.
Teeuwisse ha trabajado como consultora histórica para cine, televisión y museos durante más de 20 años. Se ha especializado en la Europa medieval y en las décadas de 1920 y 1940.
Ella no es la única en «cazar» imágenes falsas pero desde hace meses inició el proyecto Fake History Hunter y ha cobrado notoriedad. Basta con hurgar en algunas páginas de corte histórico para leer las réplicas de la cuenta Fake History Hunter.
«A la mayoría de las páginas que comparten un historial falso no les importa (las correcciones de Fake History Hunter) porque solo quieren que las personas hagan clic en sus enlaces y visiten su sitio web para que puedan ganar dinero», le dice a Hypertexto.
Ignoran sus respuestas aunque a veces corrigen la publicación. «Nunca puedo decir si es por mí», reconoce.
En poco tiempo ha ganado 20 mil seguidores en Twitter, la red social más activa del fact checker. A pesar de esto, las cuentas que la propuesta suele «cazar», son seguidas por más de 500 mil perfiles.
La numerosa cantidad del público es unas características de medios que publican fakes news, tendencia que ha ganado terreno en los últimos años.
De hecho la ONG (Organización no gubernamental), Freedom House, publicó en 2019 un reporte titulado The Crisis Of Social Media, que revela cómo las redes sociales han sido utilizadas para desinformar y difundir rumores.
«Además de facilitar la difusión de propaganda y desinformación durante los períodos electorales, las plataformas han permitido la recopilación y el análisis de grandes cantidades de datos sobre poblaciones enteras», indican los autores.
Investigadores del Media Lab del Massachusetts Institute of Technology también han hablado acerca del tema. A través de un estudio, demostraron que las fake news llegan a mucha más gente a comparación con la información fidedigna.
«La falsedad se ha difundido más que la verdad en todas las categorías de información y los efectos fueron más pronunciados para las noticias políticas falsas que para las noticias falsas sobre terrorismo, desastres naturales, ciencia, leyendas urbanas o información financiera (…)», manifiestan los investigadores en el sumario.
Amor por los likes
Aunque ninguno menciona directamente la desinformación por parte de páginas dedicadas al contenido histórico, el hecho de publicar información inexacta, las vinculan con las fake news.
La historiadora no duda en decir que muchos no se preocupan por educar e informar sino por obtener likes y ganar dinero. El social media es una espada de doble filo.
«Siempre les digo a las personas que no deben confiar ciegamente en lo que les digo, les aconsejo que vayan a hacer su propia investigación, lean también artículos de otros historiadores».
«Hoy las noticias falsas y la historia falsa son muy peligrosas porque muchos todavía creen todo lo que encuentran en línea, no son muy críticas y comparten cosas sin investigarlo, pero tengo esperanza en el futuro porque los jóvenes en estos días han crecido con Internet y saben muy bien que no confían en todo lo que se les dice».
Evidencia y hecho
Para Teeuwisse, de alguna manera, la historia es una ciencia porque trabaja con hechos, evidencias y fuentes. Si tales premisas no son cumplidas, simplemente se está difundiendo una mentira.
«Sabemos que alguien una vez hizo esa foto, podemos saber que algo en la foto no está bien debido a nuestro conocimiento o gracias a la investigación», dice.
«Una vez que encontramos el origen de la historia, al menos conocemos la historia real, ya que una vez estuvo conectada a la imagen, pero a veces nunca lo sabremos con certeza», agrega.
Cuando encuentra una fotografía que le inspira desconfianza, lleva a cabo su método, basado en realizar una búsqueda inversa de las imágenes. Además de valerse de contactos y de habilidades desarrolladas a lo largo de su carrera.
A veces pregunta a amigos expertos en ciertos asuntos o recurre a una biblioteca personal en casa.
«Cuando encuentras el origen de la foto, a menudo puedes encontrar al fotógrafo original y esto puede llevarte a la historia real. A menudo tenemos que llegar a conclusiones y teorías que, por supuesto, están contaminadas por nuestras ideas e ideas modernas».
La historia en el entorno digital
En el pasado los historiadores recurrían a libros e incluso la expresión oral tanto para aprender como difundir. Esto ha cambiado y el entorno digital, es el culpable. Teeuwisse afirma que no le impide hacer su trabajo. Todo lo contrario.
«Es más fácil llegar a más personas en línea que con libros o contacto personal, pero, por supuesto, nunca será tan valioso como la interacción cara a cara y los libros, y documentales. Pues también tienen su propio valor».
Una breve historia de Internet que las personas encuentran en línea las inspira a indagar bien sea a través de la lectura o la visita a un museo. Para ella, las redes sociales son ese primer contacto.
«Espero que los breves tweets que la gente lea o las historias en Facebook los inicien en un viaje hacia el conocimiento».