Corrección política en animales, ¿del sentido común al fanatismo?

Corrección política en animales
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Activistas en nombre del progresismo han sugerido cambiar expresiones y palabras al referirse a grupos raciales y sociales vulnerados. A esto se le llama corrección política, término que desde los años 30 ha formado parte de debates en torno a lenguaje y sociedad. Los animales también han sido incluidos en la discusión.

Recientemente, Jennifer White, directora de medios de PETA (People Ethical Treatment Animals), organización por los derechos de los animales, habló en el programa Good Morning Britain con Piers Morgan y la co anfitriona Susanna Reid sobre el uso del término «mascota» para referirse a los animales domésticos.

White pedía que todos dejaran de usar la palabra para referirse a sus «compañeros animales» debido a que la primera opción es despectiva.

Esta no es la primera vez que PETA sugiere lo mismo. De acuerdo a la activista, hay palabras y modismos ofensivos. Por ejemplo, en lugar de decir «azotar a un caballo muerto» o «matar dos pájaros de un tiro», para la organización es mejor decir «alimentar a dos pájaros de un bollo».

Aún así, con respecto al uso de «mascota», White declaró que PETA no necesariamente odia la palabra, sino que solo está alentando a las personas a usar «compañero» en su lugar.

Algo que a David Belandria, un joven quien vive en Miami con dos perros, no le parece tan descabellado. Pues le dice a Hypertexto que el sentido de propiedad debe cambiar. “No somos nadie para apropiarnos de un animal, se supone que estamos en el siglo XXI. La superlatividad de la humanidad no tiene límites”.

Esta opinión es diferente a la de María Fernanda Betancourt. Ella “no tiene mascota”, como indica cuando Hypertexto le pregunta qué piensa acerca del tema. Para Betancourt, son eufemismos que carecen de sentido porque importa el trato. “Lo demás es secundario”. 

«Este deseo egoísta de poseer animales y recibir amor de ellos causa un sufrimiento inconmensurable, que resulta de manipular su cría, venderlos o regalarlos casualmente y privarlos de la oportunidad de participar en su comportamiento natural. Están restringidos a hogares humanos, donde deben obedecer órdenes y solo pueden comer, beber e incluso orinar cuando los humanos se lo permiten», indica PETA en su sitio web.

De acuerdo a la organización animalista, la domesticación, la humanización, retiene los instintos e impulsos básicos. Por lo tanto, no pueden sobrevivir solos en la naturaleza. «Los perros, gatos o pájaros, cuyo deseo más fuerte es ser libres, deben limitarse a casas, patios o jaulas».

«Así como se volvió inaceptable usar un lenguaje racista, homofóbico o capaz, las frases que trivializan la crueldad hacia los animales desaparecerán a medida que más personas empiecen a apreciar a los animales por quienes son y comenzarán a ‘traer a casa los panecillos’ en lugar del tocino», expresó en un comunicado.

Luego del manifiesto de PETA, hubo burlas y chistes. El comediante Stephen Colbert fue uno de ellos.

Activistas e investigadores se han sumado

PETA no es la única organización de activistas en sugerir el cambio. El Centro de Ética Animal de Oxford, que publica el Journal of Animal Ethics, encuentra que la palabra “mascota” también es despectiva.

En lugar de «propietarios» o «amos», las personas deben ser conocidas como «cuidadores humanos» o «guardianes». Incluso la palabra «vida silvestre» debe ser reemplazada por el término «animal de vida libre».

Los expertos de Oxford tampoco están solos. La Universidad de Illinois, la Universidad de Penn State y activistas en todo el mundo apoyan evitar el lenguaje que afecta negativamente la forma en que los animales son vistos y tratados.

«Los tiempos cambian pero el lenguaje solo puede funcionar como palanca para el cambio de actitud si se aplica adecuadamente. Y es en la ejecución, no en las intenciones, que los editores de JAE (Journal of Animal Ethics), fallan», manifiesta Julie Sedivy, doctora en lenguaje.

Según Sedivy, términos como «compañero animal» son toscos. La elección de palabras es importante no solo por sus asociaciones, sino también porque puede decir algo sobre los motivos del hablante. «Los oyentes automáticamente (y subconscientemente) se preguntan: ¿Por qué está diciendo esto? ¿Y por qué lo dice con estas palabras?».

Críticas

«Creo que es un poco tonto», dice en referencia a la corrección política en este caso, Rachel Sandri, residente de Newport, una vegetariana que ama a los animales. «Son solo clichés y nadie quiere decir nada de eso».

Cassie y Devon se consideran animalistas, pero dijeron que anuncios de esta índole se interponen en el camino de lo que es importante.

“Me encanta PETA. Creo que lo que hacen es genial para los animales, pero esto es un poco demasiado. No creo que sea necesario, creo que deberían seguir haciendo lo que están haciendo», dice Cassie.

Keith Butler dijo que cuando lo analiza, ninguno de estos dichos tiene nada que ver con los animales, por ejemplo, «vencer a un caballo muerto», que PETA ahora quiere cambiar para «alimentar a un caballo alimentado».

«Significa simplemente no dejar pasar un problema situacional, así que conozca los antecedentes detrás de un dicho antes de querer deshacerse de él», sugiere Butler.

El sufrimiento

El abogado Wesley J. Smith analiza el tema en su artículo ¡Renuncia a las mascotas para salvar el planeta!

El autor contrasta el enfoque de «derecho a no ser propiedad» con la filosofía alternativa de los animalistas de Peter Singer, el especialista en ética conocido por defender no solo el aborto sino también el infanticidio. Para Singer, la única consideración moral es la del sufrimiento. Los animales, como los seres humanos, pueden sufrir.

En la ideología de organizaciones como PETA, la capacidad de sentir dolor, es el atributo que otorga valor a cualquier ser humano o animal. Los seres humanos lo sienten, y el ganado tambén.

Smith refuta tanto el argumento del sufrimiento como el de la propiedad, manifestando que ambos son unidimensionales en su enfoque de la ética, descuidando la diferencia entre ambas especies.

«La esclavitud es mala porque implica tratar a los iguales inherentes, es decir, a otros seres humanos, como objetos. Todos los seres humanos son sujetos. Ese no es el caso de los animales dado que los animales no son nuestros iguales», manifiesta.

Para algunos se trata de una medida que ayuda al proceso de concienciación. Otros creen innecesario darle importancia a la corrección política. Para especialistas del tema no solo se trata de tener buenas intenciones, también se necesita de sentido común.

Luis Felipe Hernández

Luis Felipe Hernández

Comunicador por naturaleza y periodista ante la ley.

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