El hambre continúa siendo uno de los grandes problemas de la humanidad y en Estados Unidos se está extendiendo con rapidez. El 2020 fue uno de los años más duros para la economía del país y al finalizar, millones de estadounidenses estaban pasando hambre.
La pandemia del nuevo coronavirus también ha causado millones de muertes, inestabilidad social y un sistema de salud debilitado.
Uno de los puntos débiles del gobierno de Donald Trump fue el manejo de la crisis de la COVID-19 y ahora será el turno de Joe Biden de luchar con las secuelas de la enfermedad.
Una de ellas es sin duda, el hambre, la fórmula Biden-Harris tienen el deber de trabajar para disminuir el índice de desempleo y la inseguridad alimentaria.
Hambre e inseguridad alimentaria
Hambre es una sola palabra, pero puede tener dos connotaciones diferentes.
El primero está ligado más a una condición física, por ejemplo, cuando las personas pasan un tiempo prolongado sin ingerir alimentos y experimentan dolores, debilidad y otras enfermedades.
El segundo sucede en el momento que los individuos no son capaces de adquirir comida a causa de la “inseguridad alimentaria”.
Esto sucede por no tener empleo, dinero u otros medios para acceder a suficientes tipos o cantidades adecuadas de alimentos.
Es decir, la inseguridad alimentaria guarda una estrecha relación con la situación económica y social.
De acuerdo a David Himmelgreen, profesor de antropología en la Universidad del Sur de Florida, se estimaba que a finales de 2020 había 50 millones de estadounidenses con inseguridad alimentaria, lo que representó un aumento drástico en comparación a los 35 millones de 2019.
Los niños son más vulnerables
So, según Feending America, dicha cifra incluía a 10 millones de niños. Ahora se cree que son 18 millones de infantes los que están luchando todos los días en contra del hambre.
Bryan Singleton, director ejecutivo de Action Pact, una organización de servicios sociales que opera cinco bancos de alimentos en las zonas rurales de Georgia le dijo a The Guardian que la necesidad de asistencia alimentaria se ha “cuadruplicado” desde que llegó el nuevo coronavirus.
Singleton agregó que el aumento repentino se debe al desempleo generalizado que produjo la pandemia y la desaceleración de las empresas el año pasado.
Por su parte, Kecia Johnson, profesora asistente de sociología en la Universidad Estatal de Mississippi, escribió en un artículo de The Conversation que los niños que experimentan hambre tienen más probabilidades de contraer enfermedades, además que se recuperan lentamente y pueden ser hospitalizados con mayor frecuencia.
Te puede interesar:
Incluso, la inseguridad alimentaria aumenta las probabilidades de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas, tanto en adultos como en infantes. Adicionalmente, los pequeños que no comen de forma normal también son propensos a padecer anemia, asma y ansiedad.
Los niños tienen más probabilidades de enfrentar la inseguridad alimentaria que otros grupos en Estados Unidos, así lo afirma Feending America.
Aparte de los infantes, están los nativos americanos. Las comunidades indígenas del país también están experimentando graves problemas para obtener alimentos.
Un estudio realizado antes de la pandemia en tribus americanas en el norte de California y sur de Oregón reveló que el 92% de los hogares tenía problemas para conseguir alimentos buenos, saludables y apropiados para su cultura.
Lo que podría significar que con la crisis actual, dicho porcentaje podría haber aumentado.
Posibles soluciones
El resultado de la investigación arrojó que un mayor acceso a los alimentos nativos, acompañado del apoyo de las instituciones culturales, el intercambio de alimentos, son claves para solucionar la inseguridad alimentaria entre las comunidades de nativos.
“Nuestra investigación sugiere que las medidas actuales y las soluciones a la inseguridad alimentaria en los Estados Unidos deben ser más relevantes culturalmente para evaluar y abordar eficazmente la inseguridad alimentaria crónica en las comunidades nativas americanas”, aseguró Jennifer Sowerwine, especialista asistente en Extensión Cooperativa de UC Berkeley.
De todo el país, los nativos americanos padecen la tasa más alta de pobreza y enfermedades relacionadas con la dieta. El ingreso medio de estos hogares es de $30,000 menos que el ingreso de los hogares de los white americans.
Te puede interesar:
Se cree que el número de indígenas americanos alcanza los 5,5 millones, estos habitan zonas rurales y también en algunas ciudades. Están presentes en 33 estados, incluido Alaska.
Algunas de las principales problemáticas que enfrentan estos individuos son: desempleo y bajos salarios, menos acceso a la educación, mala salud y acceso limitado a atención médica, tasas de encarcelamiento más altas, menos acceso a créditos, entre otros.
¿Qué se está haciendo para mejorar?
El gobierno de los Estados Unidos tiene 15 programas federales que ayudan a las personas a obtener los suficientes nutrientes para comer.
Los programas cubren diferentes poblaciones como los adultos mayores, nativos americanos, individuos con bajos ingresos, bebés y niños.
El más grande es conocido como Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria (SNAP), este proporciona una ayuda económica, de acuerdo a los ingresos de los ciudadanos.
Te puede interesar:
Pero, desde que se aprobó el último presupuesto de estimación económica, las familias de cuatro pueden recibir un beneficio de $752 mensual.
El gobierno también administra otros programas como, por ejemplo, ayuda nutricional para mujeres embarazadas con bajos ingresos, mujeres que amamantan y aquellas que tienen un hijo de cinco años o menos.
A pesar de esto, las ayudas federales tienen ciertas restricciones, si bien es cierto que han ayudado a disminuir la inseguridad alimentaria, en estados como Florida necesitas tener un ingreso de $2000 o $3000 dólares, dependiendo de la edad y discapacidad, en alguna cuenta corriente o de ahorro para calificar para el programa SNAP.