La adicción a los opiáceos tiene en una encrucijada a Estados Unidos y Canadá.
En este último país, según estadísticas oficiales, más de 15,000 personas han muerto a causa del consumo excesivo de opioides desde enero de 2016 hasta diciembre de 2019.
Desde entonces es una de las principales preocupaciones de salud en la nación. Para muchos hay una solución clara al problema: La despenalización de los opioides. El problema radica que el primer ministro, Justin Trudeau, se ha negado a esta petición.
Te puede interesar:
En diciembre de 2019, Trudeau aseguró que era importante revisar “otras opciones”.
Esto antes de hacer un cambio de política tan importante, aun así la crisis continúa cobrando vidas.
“Me opuse absolutamente a la despenalización de la marihuana durante muchos años y me opuse a la legalización. Ahora me opongo a la despenalización de las drogas duras”, afirmó el Primer Ministro al diario The Canadian Press.
La tasa de mortalidad a causa de los opiáceos ascendió a 72% en 2018, es decir, es más alta en comparación a las muertes por accidentes automovilísticos.
Luego en septiembre de 2019, Trudeau anunció esta crisis como “una emergencia pública nacional”.
El gobierno ha implementado numerosas alternativas como: aumentar el acceso a tratamientos, aprobar iniciativas de reducción de daño.
Y campañas de concientización, pero no ha sido suficiente para disminuir el consumo.
Coronavirus + opioides
Los contagios por coronavirus avanzan, pero también el número de muertes por sobredosis de opioides.
Incluso, el jefe de Policía de Vancouver, Adam Palmer, aseveró, el 9 de julio de este año, que las “cosas están cambiando”.
Añadió que cada vez son más los policías que reconocen que arrestar a personas por posesión de drogas “no es efectivo” y “no salva vidas”.
Palmer entregó un documento firmado por distintos jefes policiales al fiscal general de Canadá y a la ministra de salud, Patty Hajdu.
Además, sentenció “Estamos aquí hoy para declarar oficialmente que la Asociación Canadiense de Jefes de Policía (CACP) reconoce el uso de sustancias y la adicción como un problema de salud pública.
Ser adicto a una sustancia controlada no es un delito y no debe ser tratado como tal”.
Por su parte, Patty Hajdu en conjunto con el ministro de justicia, David Lametti, en una declaración para National Observer informaron que la crisis de los opioides se intensificó con la pandemia.
And continúa siendo una de las amenazas más grandes en la historia reciente de Canadá, pero que el gobierno está comprometido en abordarla.
En un artículo de opinión publicado en canadianlawyermag.com, el conocido abogado Michael Spratt alegó que el problema radica en no despenalizar la posesión de drogas.
Cree que la continua criminalización del uso y posesión de drogas significa que muchos adictos se ven obligados a guardar el secreto por temor a ser enjuiciados.
Añadió que, incluso los usuarios recreativos o de “cuello blanco” corren el riesgo de morir por el estigma.
“Significa que las sobredosis de opioides están ocurriendo en callejones sucios y a puerta cerrada. La simple realidad es que la criminalización mata”, subrayó.
¿La despenalización es la única salida?
Trudeau en varias oportunidades se ha negado a que la despenalización sea una opción para combatir la crisis de los opiáceos. Sin embargo, varios políticos insisten que se deben tomar decisiones más arriesgadas para disminuir el número de muertes.
En febrero el parlamentario Nathaniel Erskine-Smith, miembro de la Cámara de los Comunes de Canadá, presentó dos propuestas para combatir el consumo de drogas.
La primera propuesta eliminaría por completo el delito de posesión de la Ley de Drogas y Sustancias Controladas, esta enmienda establece que poseer pequeñas cantidades de drogas para uso personal no sería penalizado.
Pero el hecho de traficar drogas, vender, importar drogas y poseer drogas para esos fines aún sería ilegal, pero para uso recreativo no.
Aun así, Trudeau descartó que su gobierno apoyara el proyecto de ley propuesto por el parlamentario liberal y también recibió críticas por parte de los parlamentarios conservadores.
La segunda enmienda propuesta por Erskine-Smith no es despenalizar las drogas.
Está relacionada a que antes de presentar cargos, tanto policías como fiscales encuentren algunas sanciones alternativas, basándose en la gravedad de los hechos.
Mientras el Primer Ministro se niega a tal solicitud, los liberales insisten que este es el único camino, ya que durante el mes de mayo, 170 personas murieron por sospecha de sobredosis por drogas, el triple de los fallecidos por COVID-19.
Por su parte, los conservadores insisten que el enfoque no debe ser ese, sino proporcionar tratamientos y estar presente en la recuperación de las personas que sufren del consumo excesivo de sustancias ilícitas.
Los opioides, también llamados opiáceos, suelen ser recetados para aliviar fuertes dolores como el conocido fentanilo.
También están presentes en analgesicos como oxicodona, la hidrocodona, la codeína, la morfina y la heroína también es un opiode.
Luchar contra la pandemia y la crisis de los opiáceos ha supuesto para Trudeau un nuevo reto para su administración, ¿podría esta negativa bajar su índice de popularidad? Tomando en consideración que 54 % de los canadienses aprueban su gestión en el manejo del COVID-19.