¿La violencia es la verdadera pandemia? Durante la crisis del coronavirus en diversos países de América Latina han aumentado los casos de violencia de género. La Organización de las Naciones Unidas para las Mujeres (ONU Mujeres) alertó de esta situación: “aumentan los riesgos de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente violencia doméstica, debido al aumento de las tensiones en el hogar y puede también aumentar el aislamiento de las mujeres”, comunicaron.
Más adelante agregaron, “Las personas sobrevivientes de violencia pueden enfrentar obstáculos adicionales para huir de situaciones violentas o para acceder a órdenes de protección y/o servicios esenciales que pueden salvar vidas, debido a factores como las restricciones de la circulación o la cuarentena”.
En Argentina se han registrado 59 feminicidios y el número más alto se lo lleva la ciudad de Buenos Aires con 27. En Colombia, la Fundación Feminicidios Colombia ha registrado al menos 25 asesinatos. En México se registran 163 mujeres asesinadas a manos de un hombre durante el confinamiento.
En Venezuela han ocurrido 57 feminicidios desde que inició el confinamiento, según datos aportados por cotejo.info.
La cuarentena se ha convertido en la enemiga de cientos de mujeres en América Latina y mientras el mundo está concentrado en la pandemia, se olvidan que la violencia está cada vez más presente y necesita ser atacada.
“El confinamiento es una tortura para las mujeres”
Melanie Agrinzones, es monitora de la Red de Mujeres de Amnistía Internacional y fundadora de Uquira un grupo feminista independiente de Venezuela, cree que “El confinamiento representa una tortura para las mujeres que se encuentran encerradas con su agresor, son víctimas de un ciclo de violencia que las sumerge en la sumisión (hay que recordar que hablamos de relaciones de poder)”, menciona.
H: Según estadísticas, durante el confinamiento han aumentado los casos de violencia en contra de la mujer ¿a qué crees que se debe esto?
M: No es un secreto que Venezuela es una sociedad machista, sexista hasta la médula, donde las labores de los hogares se sostienen en las mujeres, mientras se reproducen las masculinidades tóxicas que por supuesto crean hombres violentos; acompañado además de la normalización de patrones violentos como los celos, el maltrato psicológico, etc. debido al arraigamiento del amor romántico.
-En muchos hogares, lo que para un hombre es un lugar seguro, para muchas mujeres puede volverse la cuna de la violencia. Y hay que tomar en cuenta el peligro de esto: antes de una mujer haber sido víctimas de feminicidio, el historial de violencia que hay detrás es largo. El confinamiento representa una cárcel para muchas, e incluso su muerte. Todo porque existe un sistema patriarcal institucionalizado que no responde a esto.
Agrinzones recalca que en Venezuela y otros países de Latinoamérica la educación y las campañas por parte de los entes correspondientes en pro de combatir la violencia son casi inexistentes. “Han sido las organizaciones y movimientos feministas las que han ido creando conciencia, pero aún falta y el Estado no responde, no hace justicia”, replica.
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Tomar acción
H: Como miembro de organizaciones que promueven la no violencia hacia mujer, ¿Qué acciones están tomando para concientizar a la población?
M: Como parte de la sociedad civil, como activista feminista de Uquira, la mejor manera es no callar, levantar la voz, hablar, denunciar, incomodar tanto que tengan que responder, que tengan que cuestionar.
Los derechos que hoy gozamos han sido una conquista, nada nos lo han dado. Tenemos que seguir conquistando. Educar, educar en todos los espacios posibles; lograr sensibilizar a las personas… ¡Ser sororas! La sororidad nos une y es el motor de movilización.
Melanie cree fielmente que cuando las mujeres se unen por otras mujeres en nombre de la justicia los grandes cambios vienen.
“Así que levantar la voz en todos los espacios posibles siempre ha sido mi bandera y la de Uquira”, expresa.
H: A pesar de que muchas cosas han cambiado, aún hay mujeres que tienen miedo a denunciar ¿Cómo ayudarlas?
M: El miedo está porque la impunidad es inmensa, porque parece que los agresores tienen más fuerza que las víctimas: necesitamos un Estado de derecho, libertades, junto con entes competentes y sensibilizados en el tema. Por los momentos, muchas organizaciones apoyamos las denuncias porque da más fuerza para exigir ante los responsables. El acompañamiento a las víctimas es vital, los círculos sororos; el apoyarnos y cuidarnos entre nosotras para empoderarnos, pero siempre exigiendo justicia para todas.
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¿Qué deberían hacer?
H: ¿Qué crees que deberían hacer las autoridades venezolanas para defender a las mujeres?
M: Su trabajo, primero que nada. Sensibilizar a las autoridades y prepararles en estos temas es esencial. Necesitamos políticas con enfoque de género reales, no espejismos de igualdad, pero sin libertades es muy difícil. El tema de Venezuela es muy complicado debido a la emergencia humanitaria, pero hay que seguir concientizando en cada espacio y continuar exigiendo.
“En Venezuela no hay justicia, y la problemática de las mujeres es invisibilizada por la normalización de la violencia machista: El Estado no ha dado datos oficiales. Somos las activistas quienes hemos trabajado por poner sobre la mesa todos estos temas”, dice.
Al igual que en Venezuela en otros países de Latinoamérica la problemática es similar. Las mujeres solo piden al Estado más protección y educación para todos. La educación es clave para lograr una sociedad más solidaria, respetuosa y tolerante ante las diferencias.