Mucho se ha hablado de la famosa teoría mundial de los 6 grados de separación entre 2 personas, independientemente de las lejanías físicas, sociales o culturales que existan entre ellas.
Por extraño que parezca existen menos de 6 puntos de separación entre el arte, Venezuela y la elite de Hollywood.
Maracucho en Chicago junto con Get Your Voice Agency traen Venezolanos Valientes que presenta en su última edición a Roberto Gonzalez, un florista de celebridades venezolano, zuliano, con una particular historia desde sus inicios en el arte hasta codearse con estrellas hollywoodenses.
Desde la niñez el oriundo de Maracaibo siempre ha tenido fascinación por construir cosas, por el arte y los colores. “Yo jugaba con lo que había en la parte de atrás de mi casa, armando y desarmando cosas, a mi hermana le construía unos tarantines que yo pensaba que eran mansiones grandísimas, pero al ella entrar se caía todo y terminaba llorando” comenta Gonzalez.
A los 14 años Roberto comenzó su aventura con el arte. Trabajando en una piñatería en Maracaibo aprendería los desafíos en la construcción de los colores, en un momento en dónde los colores para las piñatas se hacían mezclando bases de pintura, “llegué a trabajar con unas personas que eran expertas en eso y ellos me guiaron en ese proceso, qué se necesita para crear un color anaranjado, marrón, esas cosas las aprendí de gratis porque me sentaba al lado de una muchacha que era especialista en eso, y conseguí ese trabajo porque quería entender el color y es eso lo que me apasiona”.
El sueño americano
Con el pasar del tiempo, a los 18 años Roberto decide venir a cumplir un sueño, “yo tuve la suerte de que mi mamá venía a los Estados Unidos frecuentemente por negocios y yo la acompañaba y así vi que habían otras cosas en el mundo, que no sólo era lo que estaba en Venezuela, – ahí fue que ví que habían otras opciones en la vida, cuando aprendí eso fue que decidí emprender, decidí venir a los Estados Unidos a trabajar en Disney, ese era mi sueño”.
También en esos viajes viniendo conoce a una persona ideal que también le pide venir, “fue un momento que nunca me había pasado, y a los 18 años, ¿que iba a saber uno? Y así me trajo la vida a los Estados Unidos.”
Así comenzó un proyecto, junto con su pareja abrieron su primer negocio que luego se transformaría en una floristería. Era una tienda dónde vendían globos, peluches y tarjetas, pero al acercarse el día de San Valentín deciden vender también rosas siendo un éxito rotundo y vendiendo todo el mismo día, posteriormente la gente aún seguía pidiendo rosas para comprar.
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“Ahí fue cuando hice mi primer arreglo. Llegó una mujer que me pidió hacerle un arreglo por $20. Yo nunca lo había hecho a pesar de haber hecho otras cosas, pero no determinaba las proporciones, así que construí el ramo pero la base era muy pequeña y cuando se lo puse en frente a la persona el arreglo floral se partió en 2 y tuve mucha vergüenza. La persona fue comprensiva y dijo: yo regreso luego, para la segunda vez ya era algo más proporcional y no se dañó” comenta Roberto entre risas.
Chicago Chapter
A los 26 años llega Roberto a Chicago, “cuando yo llegué creo que era la única persona Maracucha que estaba aquí, no había dónde conseguir algo venezolano, una arepa o un tequeño, nada”.
Pero en la Ciudad de los Vientos conoce a Chilli Pepper, con quien entabla una excelente amistad y lo conecta con Oprah Winfrey y Harpo Studios. “Una vez ella (Chilli Pepper) me pregunta: ¿tú eres florista? Yo necesito que le hagas un arreglo a una persona muy importante, entonces hago el arreglo de flores y lo mandamos a Harpo Studios. Al siguiente día me llaman de Harpo para una entrevista. Y ahí estaba yo, con un trajecito, emperifollao y me contratan para trabajar con Miss Winfrey a los 26 años, allí trabajé con ella por 4 años, pero antes de eso yo no sabía quién era ella, yo vengo de Maracaibo!”.
Ahí fue donde Roberto Gonzalez aprende la disciplina, el protocolo, “eso es una maquina que no se para, 24 horas al día trabajo, esa fue mi escuela de negocios, de como se ven las cosas desde la parte de atrás de la cámara”. A través del programa también conecta con otras celebridades como Dolly Parton, Queen Latifah, Barbara Walters, Jennifer Hudson, Jennifer Aniston, John Travolta y muchos más.
Culto al cuerpo
Después de trabajar por 4 años con Oprah Winfrey, el florista de las celebridades decide cambiar un poco su vida y comienza a interesarse por los ejercicios y como transforman el cuerpo, “siempre he tenido pasión por el gimnasio, me llama mucho la atención y me empece a enfocar en mi mismo, quería entender com funcionaba el cuerpo, porque mi papá era doctor y de ahí deriva mi inquietud por conocer el cuerpo humano. Me interesé en cómo cultivar el físico para ser físico culturista, yo aprendí haciendo, es mi forma de aprender. También me enamoré del proceso, es muy intrigante, el tema de la comida, cuanto de energía gastas a diario y ese proceso me interesaba, las proporciones, la simetría y eso también lo usaba en la floristería. Me gustan las proporciones y que las cosas se vean bien”.
El arte por el arte
Pero la pasión, los colores y el arte seguían siempre en el cerebro del artista, así que regresa a la floristería. Oprah Winfrey le pide a Roberto hacer un arreglo de flores para enviar a una destacada inversionista, “fue ella la que me dió una oportunidad cuando no la tenía. Ella creyó en mi, en mi talento, ella fue la que refinó mi estilo de floristería”.
En el transcurso de 15 años de trabajo para esta inversionista, ella se casa con un reconocido director de cine en Hollywood, “fue una oportunidad increíble de esfuerzo, o fue algo mandado por la vida o por alguien, pero fue la oportunidad de mi vida, yo vine originalmente para trabajar en Disney, fue mi sueño desde pequeño, y por eso es que ahora tengo la oportunidad de trabajar para una persona tan grande y es un trabajo que hago con mucha honestidad y honor” afirma Roberto.
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“Ellos me dieron la oportunidad de hacer lo que yo quería. Yo no sé quien puede decir que tiene una profesión tan bien pagada, por tanto tiempo como florista y eso es algo que se gana con disciplina y honestidad en la forma de diseñar, porque puedes ver el sentimiento a través de lo que hago. El mensaje es que todo se puede con disciplina”.
Impartir conocimiento
A la par de sus actividades como florista, Roberto Gonzalez planea un futuro en donde pueda compartir los conocimientos que ha adquirido en la floristería durante tantos años, mostrando su proceso evolutivo, la transformación de colores y proporciones para arreglos florales.