Estados Unidos es un país que, a primera vista, parece ser dominado por una «cultura blanca», entendida como valores y preceptos de una raza determinada. ¿Qué sucede entonces cuando un individuo se siente atraído hacia estéticas y creencias diferentes?
El discurso de la corrección política se hizo notar durante las administraciones del ex presidente Barack Obama.
A partir de 2009 hasta 2017, el también ganador de un Nobel de la paz se dedicó a generar políticas basadas en la inclusión de las minoría en un contexto donde los afroamericanos, asiáticos, latinos y la comunidad LGBT se sintieron de algún modo respaldados por la Casa Blanca.
No obstante, hay sectores que se arraigan hasta el punto de apropiarse de sus propias raíces culturales.
Un ejemplo es el caso de un video publicado en 2016 donde se muestra a una afroamericana molesta porque un joven blanco usaba dreadlocks, estilo capilar asociado no solo a los rastafaris, sino a los pueblos semitas de Asia menor, Oriente próximo, África, entre otros.
El motivo era simple: «Es mi cultura», decía. El debate en redes sociales no se hizo esperar. Gran parte de los comentarios defendían al chico, quien solo decía que estaba en su derecho. Esto sucedió en San Francisco.
«Ella lo agredió. Si se tratara de un hombre blanco agarrando a una chica negra, el campus y la ciudad estarían ardiendo», escribió un usuario en Youtube.
A mediados de este año sucedió algo similar. En Virginia, una afroamericana denunció que un grupo de chicos blancos le cortaron sus dreadlocks. La BBC y diferentes medios de comunicación hicieron eco de la noticia, pero semanas después la chica admitió haber inventado la historia.
Otro caso es el de la cantante Alexandra Reid, estadounidense que está haciendo carrera en el mundo del K-pop, uno donde la diversidad racial nunca ha sido un punto fuerte. Ella en ese contexto es minoría.
Reid rompió la barrera en 2015 convirtiéndose en el primer ícono de Black K-pop. Como exintegrante del grupo BP RaNia, estuvo expuesta al brillo y el glamour, así como a los agotadores horarios de trabajo y todos los desafíos adicionales que conlleva vivir en un país extranjero.
Esto no es nuevo. Durante la década del 60 el movimiento hippie se sintió atraído hacia la cultura oriental. La influencia diseminó la música. Bandas como The Beatles y The Rolling Stones incluyeron una cítara, instrumento hindú, la filosofía y esoterismo también a través de la popularización del yoga, budismo, entre otras expresiones espirituales.
Apropiación cultural
Estas cuatro experiencias podrían ser apropiación cultural, pero hay contrastes. El término ha sido asociado a productos como maquillaje, peinados, tatuajes, ropa, música e incluso el lenguaje.
La frase se originó en la década de 1980 en las discusiones académicas sobre el colonialismo y el tratamiento de las culturas minoritarias. A partir de ahí, se formó parte del léxico moderno.
Esto ocurre cuando una persona de una cultura toma la moda, la iconografía, las tendencias o los estilos de otra.
Un ejemplo es cuando un grupo privilegiado en cuanto a derechos y acceso a la calidad de vida, se apodera de aquello que culturalmente le pertenece a aquellos grupos afectados por la colonización, marginación y esclavitud.
Este tema es polémico porque apropiar y apreciar no son lo mismo. El primero se detecta cuando se comercializa sin el consentimiento de representantes de una cultura determinada o se pierde, banaliza y tergiversa la esencia de un producto cultural determinado.
En el segundo caso sucede lo contrario. Es decir, la persona está al tanto de la historia de aquellos individuos provenientes de una cultura oprimida y la aprecia mediante un uso adecuado.
Por ejemplo los Washington Redskins, equipo de la NFL, han sido acusados de apropiación cultural porque se valen de una mascota de un indio americano para «representar» un deporte alejado del significado de ese ícono. Para algunos, los disfraces de Halloween, como el de»gitano», rastafari o geisha también son estereotipos.
Aculturación
Otras experiencias similares indican que no se trata de apreciar sino de adoptar. Es ahí cuando la aculturación entra al juego. Se trata de un proceso ejercido por una persona o conjunto de individuos quienes asumen prácticas y valores de otra cultura en paralelo a la suya.
Algunos ejemplos son los inmigrantes que, para hacer vida en el nuevo lugar elegido para vivir, aprenden otros patrones. Sin embargo, esta experiencia es bidireccional, por lo que aquellos pertenecientes a la mayoría a menudo adoptan elementos de las minorías.
El primer uso conocido de la palabra en las ciencias sociales fue por John Wesley Powell en un informe para la Oficina de Etnología de los Estados Unidos en 1880.
Powell más tarde la definió como los cambios psicológicos que ocurren dentro de una persona debido al intercambio cultural que se produce como resultado del contacto prolongado.
El tópico fue foco de interés a principios del siglo XX para sociólogos estadounidenses que utilizaron la etnografía para estudiar la vida de los inmigrantes y el grado en que se integraron en la sociedad estadounidense.
W.I Thomas y Florian Znaniecki examinaron este proceso con polacos en Chicago en su estudio de 1918 El campesino polaco en Europa y América.
La aculturación suele ser confundida con la asimilación. La segunda mencionada es el resultado final del proceso de aculturación, pero el proceso también puede tener otros resultados, incluidos el rechazo, la integración, la marginación y la transmutación.
El término significa hacer algo similar, y al final del proceso, quien lo atraviese, será indistinguible de aquellos culturalmente nativos de la sociedad en la que se ha asimilado.
Acting white
Estas dinámicas contraen en sí nuevos términos en la sociedad. En Estados Unidos se dice acting white para referirse de manera peyorativa, a aquellos afroamericanos que «traicionan» sus raíces al actuar como un blanco.
La expresión es controvertida de acuerdo a artículos publicados por The New York Times, la revista Time y The Wall Street Journal y figuras públicas.
La literatura académica también se ha expresado al respecto. En 1986, el sociólogo nigeriano John Ogbu, y la antropóloga Signithia Fordham concluyeron que los estudiantes afroamericanos de alto rendimiento en Washington, D.C. vestían, hablaban y se comportaban de un modo distinto..
El comediante Bill Cosby usó el término en un discurso en mayo de 2004 para referirse a que obtener educación no era asunto de una raza en específico.
Al fin y al cabo este tipo de experiencias son el resultado de fenómenos socio culturales y por ende, habrá dos polos enfrentados. Los datos lo indican, pues una encuesta publicada este año por Pew Research Center indica que un 77% de la población estadounidense apoya la diversidad.