La falta de memoria es una de las muchas complicaciones potenciales de la COVID-19.
Se está realizando un nuevo estudio para descubrir por qué y cómo el coronavirus puede afectar las capacidades cognitivas de los sobrevivientes.
Varios pacientes han informado problemas de concentración y organización después de superar muchos de sus otros síntomas.
Padre e hija, Diego y Natalia Ruspini dijeron que toda su familia estaba infectada con coronavirus en abril.
Natalia, de 17 años, dijo que las tareas escolares simples, como recordar los horarios de las clases, de repente se volvieron difíciles. “Definitivamente noté que mi reloj en mi cabeza estaba apagado”, recuerda.
«Todo está relacionado», dijo la Dra. Kari Nadeau, investigadora de la Universidad de Stanford.
«El hecho de que la gente esté perdiendo el sentido del olfato, el hecho de que la gente esté perdiendo el sentido del gusto y la confusión mental, todo este sistema es neurológico», agregó.
Los Ruspini son parte del estudio de la Universidad de Stanford sobre la inmunidad a largo plazo de los pacientes con COVID-19.
Los investigadores analizarán la salud posterior al coronavirus de unos 200 sobrevivientes, incluidos niños, mujeres embarazadas, parejas y familias.
«Sabemos que el virus puede afectar a los astrocitos en el cerebro», expresó Nadeau. «Probablemente también haya inflamación, pero no todos la padecen».
«De hecho, estamos viendo estos cambios en las pruebas cognitivas que le estamos dando a las personas», indicó la Dra. Joanna Hellmuth.
Se está documentando la niebla mental, pero los cambios no suelen ser visibles en los escáneres cerebrales.
«De alguna manera, eso no es sorprendente porque en otras enfermedades virales pueden conducir a cambios cognitivos», indicó Hellmuth. «Como el VIH o la hepatitis C, a veces podemos ver escáneres cerebrales totalmente normales».
El estudio ya se ha extendido de los tres meses originales a cuatro años. Han pasado aproximadamente seis meses desde que la familia Ruspini contrajo COVID-19. La madre y el hermano de Natalia no experimentaron ninguna confusión mental.
De hecho, toda la familia tuvo diferentes síntomas y recuperaciones, pero dijeron que finalmente todos estaban comenzando a sentirse como ellos mismos.
Un estudio diferente, realizado por la UCLA, ha sugerido que la confusión mental persistente en algunos sobrevivientes puede ser un tipo de trastorno de estrés post traumático.
Por otro lado, el virus que causa la COVID-19, es capaz de infectar el tejido cerebral y afectar la estructura de la corteza, una región del cerebro responsable de funciones como la memoria, la conciencia y el lenguaje, según un estudio brasileño.
“Demostramos por primera vez que el virus SARS-CoV-2 infecta y se replica en astrocitos y esto puede disminuir la viabilidad de las neuronas”, informó Daniel Martins de Souza, profesor del Instituto de Biología de la Universidad de Campinas (Unicamp), Brasil.
Según la investigación, el coronavirus puede afectar las células más abundantes del sistema nervioso central, que realizan funciones como brindar soporte y nutrientes a las neuronas y regular la concentración de neurotransmisores y otras sustancias, como el potasio.
«La infección de este tipo de células se confirmó mediante experimentos realizados con tejido cerebral de 26 pacientes que murieron por COVID-19», se lee en el estudio.
Según Martins de Souza, los científicos utilizaron una técnica conocida como inmunohistoquímica, que implica el uso de anticuerpos para detectar ciertos antígenos en una muestra de tejido.
La presencia del virus se confirmó en 26 de las muestras estudiadas, y en cinco de ellas se encontraron ciertas alteraciones que sugerían un posible daño al sistema nervioso central.
También se estudiaron otros 81 pacientes con síntomas leves de la COVID-19. Los resultados mostraron que un tercio de ellos presentaban síntomas neurológicos o neuropsiquiátricos, como deterioro de la memoria, fatiga, dolor de cabeza, ansiedad y otros, 60 días después de adquirir la enfermedad.
El estudio fue realizado por científicos de la Unicamp y la Universidad de Sao Paulo (USP), con la colaboración de científicos del Laboratorio Nacional de Biociencias, la Universidad Federal de Río de Janeiro y el Instituto D’Or de Brasil.
Clarissa Lin Yasuda, una de las coordinadoras de la investigación, afirmó que encontraron muchos pacientes que, a pesar de haberse curado del coronavirus hace unos dos meses, seguían presentando síntomas neurológicos, como fuertes dolores de cabeza, somnolencia excesiva, memoria alterada, además de pérdida del olfato y el gusto.
La investigación analizó imágenes de resonancia magnética en pacientes leves, que aún no habían necesitado hospitalización, que demostraron una reducción significativa de la corteza cerebral en algunas regiones cercanas a las vías respiratorias, en la denominada región orbitofrontal, comprobando que se trata de cambios en el cerebro.
Yasuda también dijo que hay sospechas de que el virus puede activar enfermedades genéticas como la esquizofrenia, el Parkinson y el Alzheimer.
“Lo que todavía no sabemos es la gravedad de estas lesiones, si son transitorias o si pueden ser irreversibles, por lo que vamos a monitorear a estos pacientes durante los próximos tres años para ver si el virus desencadena enfermedades degenerativas en quienes tienen cierto potencial genético”, explicó la investigadora.
Brasil es uno de los países más afectados del mundo por la pandemia, mientras que China recupera su economía tras el virus, otras naciones están lidiando no solo con el problema, sino con las consecuencias.