La diversidad ha sido parte de una agenda malévola para los conservadores, y para los más liberales, ha sido una lucha necesaria.
Lo cierto es que las razas, géneros y orientaciones sexuales están en el ojo del huracán más que nunca.
La industria del cine no ha escapado de este discurso, especialmente, en las películas más taquilleras vemos personajes pertenecientes a las minorías.
Incluso durante las campañas de estreno, la opinión pública es testigo de cómo diferentes historias clásicas son encarnadas por personas de un determinado color de piel, cuando el personaje original es diferente.
O cuando incluyen un personaje gay solo porque es gay, como si su vida girara en torno al hecho de ser gay.
Para muchos, esto es un avance porque de esa forma es que se derrumba el viejo mundo, dominado «por el hombre blanco y heterosexual».
No obstante, la falta de diversidad, en especial la racial, se puso de manifiesto en Hollywood cuando la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas no nominó a un solo actor negro para los Oscar tanto en 2015 como en 2016, lo que provocó el hashtag viral #OscarsSoWhite.
Las minorías representaron sólo el 12,9% de los papeles principales en 163 películas encuestadas en 2014, según el informe de diversidad de Hollywood publicado en 2016.
Una investigación publicada en 2019 de la Annenberg Foundation y la USC Annemberg, titulada Desigualdad en 1200 películas taquilleras, indica que solo en los films más importantes de 2018, el 63,7% los personajes principales eran blancos, mientras que el 16, 9% negros, el 8,3% asiáticos, el 5,3% latinos y «otros», que son mestizos, indios nativos, hawaianos y polinesios abarcaron el 5.9%.
Durante años los investigadores han dicho que la falta de diversidad en las películas de Hollywood es un mal negocio.
Un reciente estudio de la consultora McKinsey & Company estima cuánto Hollywood está dejando sobre la mesa: $10 mil millones de dólares.
El informe McKinsey, analiza cómo la desigualdad da forma a la industria y cuánto cuesta en última instancia su resultado final.
«Se cuentan menos historias dirigidas por negros, y cuando lo son, estos proyectos han sido constantemente subfinanciados y subvalorados, a pesar de que a menudo obtienen retornos relativos más altos que otras propiedades», escribieron los autores del estudio.
La compañía también entrevistó a más de 50 ejecutivos, productores, agentes, actores, directores y escritores de forma anónima.
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Una eterna historia
Los datos hablan por sí solos. A simple vista parece que sí hay poca diversidad, aunque si profundizamos, cabría preguntarse varias cosas.
¿Acaso la falta de diversidad se debe a factores socio-económicos que excluyen a grupos determinados? ¿El racismo ha influido? ¿El arte es un asunto de privilegios?
Para nadie es un secreto que tanto los negros como los indígenas americanos fueron grupos raciales subyugados a lo largo de la historia estadounidense.
En el caso de los primeros, eran interpretados por actores al mejor estilo del blackface, mostrando una imagen estereotipada. En el caso de los indígenas americanos, solían aparecer en los westerns como todos unos salvajes malvados.
A raíz de la conquista y el imperialismo, una raza se sobrepuso ante otra, marginándola a lo lejos de la ignorancia, la falta de educación, salud y derechos.
Y ni hablar de la homosexualidad, que incluso dejó de ser penada en estados como Illinois (1962), pero en otros estados los actos homosexuales dejaron de ser castigados hasta 2003.
Un presente cambiante
No obstante, los tiempos han cambiado. Afirmar que todavía falta diversidad es una falacia porque los recursos legales están. Incluso los económicos si los comparamos con el pasado.
¿Acaso la falta de diversidad se debe a que realmente no hay actores o actrices de diferentes razas o que no se les está dando trabajo? Ya sabes, la industria de Hollywood no muestra la pata con la que cojea.
No obstante, lo que ahora se ve es un discurso forzado, donde importa más el color de piel, orientación sexual o el género, en vez del talento artístico.
¿Qué falta para satisfacer la opinión pública de aparentes ideas liberales?
Para muchos, lo que se ha hecho no es suficiente no solo por los datos de las diferentes investigaciones, sino por la importancia que se les da a personajes solo por la comunidad que puedan representar.
Por ejemplo, el propósito de un personaje de «color», odioso eufemismo que la cultura estadounidense ha parido, es apoyar a los personajes blancos o actuar como representantes de toda una raza.
En la lista de minorías, los negros las lideran, como si los latinos, asiáticos, indios, arábes y pare de contar, no existieran. De hecho, la misma población africana es ignorada.
Si a Hollywood le importara tanto la diversidad, ¿por qué no vemos más películas interpretadas por profesionales africanos, encarnando personajes de su idiosincrasia?
Pareciera que la comunidad afroamericana se siente en el derecho de estar de primera en la fila de espera de privilegios.
Y no es para menos. Estados Unidos se cree el ombligo del mundo. Y sí, Hollywood está en este país, pero entonces que no hablen de diversidad como lo hace.
¿Quiénes somos para anteponer un derecho ante otros individuos semejantes? El color de piel y la cultura son solo rasgos diferenciadores, pero ninguno deshumaniza, ni deben ser la carta de presentación.
Lo mismo sucede cuando hablamos de sexo y género. Incluso, en la fila de privilegios, se encuentran después de la raza, casi en el mismo lugar que ocupan las minorías raciales excepto la negra, y cuando digo negra, me refiero a los afroamericanos, porque los demás negros en el resto del mundo, no existen para Hollywood.
Lo interesante es que se están viendo resultados como el fenómeno de Parásitos, película coreana que ganó 4 premios Oscar en 2019, y no por ser extranjera, sino porque al final es una buena historia.
Ese es el asunto, no se trata de un origen étnico o género, sino de la calidad. Es evidente que es necesario facilitar las vías para hallar la diversidad, pero sin necesidad de darle importancia a lo que está a simple vista como el color de piel y el género o sexo, por ejemplo.
Nunca faltarán los gritos alarmistas de los conservadores que sin razón alguna, les molesta ver a alguien diferente que represente al antiguo orden, del que todavía quedan retazos.
También hay otro tipo de personas de ideas conservadoras, que tampoco sienten necesario forzar una diversidad, sino que simplemente son amantes del buen cine sin necesidad de fijarse en lo demás.
Fenómenos como la corrección política y la cultura de la cancelación, en vez de intolerar la intolerancia, muchas veces solo se encargan de banalizar la misma inclusión que tanto defienden a capa y espada.
Este es un artículo de opinión. Por lo tanto, las ideas del autor no corresponden al ADN de Hypertexto.