Choloma está ubicada a 162 kilómetros de la capital de Honduras, Tegucigalpa. Hace un tiempo era una zona de oportunidades textiles especialmente para las mujeres, sin embargo en los últimos meses este lugar ha hecho eco por no ser un lugar inseguro para las féminas.
La realidad ha cambiado, puesto que la tasa tasa de feminicidios en Honduras es uno de los más altos de Latinoamérica, solo El Salvador la supera. En realidad, la violencia azota a esta nación, según el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y El Caribe, el índice en Honduras es de 5,8 muertes por cada 100.000 habitantes.
De acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) de Honduras la población total de Choloma, para el año 2015, era de 242.973 habitantes y de esa cifra 120.544 son mujeres. Y en los últimos seis años, datos aportados por el New York Times en un reportaje publicado el 17 de abril de 2019, fueron asesinadas 115 y la mayoría tenía menos de 20 años.
Ciudad Juárez hondureña
Choloma es conocida popularmente como la “Ciudad Juárez hondureña” debido al índice de violencia que existe. Una encuesta publicada en el 2016 por la organización Small Arms Survey, reveló que Honduras es uno de los países más mortíferos para ser mujer, solo está por debajo de El Salvador y Siria.
Las cifras oficiales indican que en el 2018 fueron asesinadas 380 mujeres en todo el país, sin embargo, para organizaciones como el Movimiento de Mujeres de la Colonia López Arellano y Aledaños, estas carecen de credibilidad porque cada día desaparecen más féminas.
A diferencia de lo que ocurre en otros países, la mitad de las mujeres asesinadas en Honduras mueren en mano de pandillas o cárteles de drogas. Suelen ser degolladas delante de sus hijos, desmembradas en sus partes íntimas y atacadas de forma brutal.
Comprender lo que sucede en este país es el primer paso para entender el flujo migratorio hacia Estados Unidos. En un reportaje de New York Times, publicado en abril de 2019, señalan que en los primeros cinco meses del año fueron detenidos 268.044 migrantes provenientes de Honduras, esta cifra duplica la del año pasado y tal vez el porcentaje tienda a aumentar.
Peligro latente
Choloma es violenta, pero otros lugares de Honduras también lo son. Las colonias están divididas por tres pandillas que son conocidas como Barrio 18, Marasalvatrucha y La Rumba. Los hombres y jóvenes matan, pero también mueren. Cifras publicadas, por la organización homicide Igarape, al inicio de la década, señalan que era el país más violento con un índice de 86,5 por cada 100.000 habitantes.
Pese que la mitad de esta cifra se redujo, en Choloma la realidad es que los crímenes a mujeres continúan en aumento.
La ubicación geográfica de esta ciudad juega un papel fundamental. Desde esas lomas y montañas, se pasan drogas desde Colombia hasta llegar a Estados Unidos. La Rumba es una de las bandas más “participativa” con los residentes en la colonia. Ellos se encargan de pavimentar las calles, incluso patrocinan fiestas y eventos, sin embargo, también saben cómo cobrar esos “favores”.
El miedo es una de las sensaciones que más acompaña a las mujeres. El año pasado, de acuerdo al NYT, asesinaron a 23 mujeres. Aunque lo más grave es la forma en la que las asesinan.
En el 2017, el Observatorio de la Violencia de la Universidad Autónoma de Honduras, corroboró que el 41 % de las niñas y mujeres asesinadas presentaban signos de mutilación y otras torturas, un hecho que va más allá de quitarles la vida.
Machismo
Melania Reyes, coordinadora del Movimiento de Mujeres de la Colonia López Arellano y Aledaños (MOMUCLAA) le confesó al NYT que “Las dejan sin nada, como si fueran pollos”.
El machismo es un elemento importante en el comportamiento de estas pandillas. Dentro de esta subcultura la voluntad del hombre prevalece y domina, cuando una chica desobedece solo existe un camino para ellas: castigarlas.
Uno de los métodos que más usan es el secuestro de mujeres, lo que significa que después no pueden escapar y solo existe una posibilidad: morir. Estimaciones de NYT señalan que en San Pedro Sula, conocida como la capital financiera de Honduras, dos de cada diez mujeres son traficantes y la policía no sospecha.
En el momento que un pandillero observa a una mujer y les llama la atención, hacen lo posible por “reclutarla”. Uno de los métodos que usan es mandarle mensajes con otras personas, o dejarle “notas” con advertencias: “Únete a nosotros o te vamos a matar”.
¿Por cuál otras razones las matan? Desde el punto de vista de Melania Reyes, las pueden asesinar por no cumplir con la venta de drogas, por rechazar las insinuaciones sexuales de los pandilleros e incluso si son novia de un miembro de la banda y este se cansó de ella y quiere otra.
Impunidad
De acuerdo a los datos expuestos por organización MOMUCLAA. En San Pedro Sula, los asesinatos cada vez tienen más similitudes. Este año una niña de 14 años, quien vendía boletos de lotería, fue secuestrada, violada y luego la hallaron muerta con cinco impactos de bala en la cabeza.
Otra víctima de la violencia implacable de Honduras fue Katherine Nicolle Bonilla Carranza, 14 años, apagaron su vida cuando venía saliendo de una iglesia católica, el 19 de diciembre de 2019. Su madre, Norma Adelí Carranza, narró a NYT este año, que su único “crimen” fue resistirse a ser parte de una pandilla.
En Choloma, al igual que el resto del país, no todos los crímenes hacia las mujeres son relacionados a las pandillas, sin embargo, el nivel de impunidad continúa siendo alto.
En el año 2013 esta nación promulgó una ley más “severa” en relación a los feminicidios. Si encuentran a un culpable de este cargo puede recibir de 30 a 40 años de cárcel. El Observatorio de Violencia de Honduras explica que más de 60 % de los asesinatos de mujeres son feminicidios y que esa etiqueta las autoridades la han usado tan solo 66 veces, cuando en realidad hasta este año han ocurrido más de 1500 muertes violentas.
En esta ciudad las mujeres solo piden ser escuchadas y respetadas, que los organismos públicos respalden sus acusaciones y no se burlen de ellas por pedir ayuda.