Vladimir Putin, actual presidente de Rusia, firmó el lunes un decreto que le permitiría reelegirse dos períodos más, es decir, ser el primer mandatario hasta el 2036. ¿Qué significa esto para Rusia y cuáles serían las consecuencias?
El mandato actual de Putin terminaría en el 2024 y con 68 años, pudiera mantenerse en el poder hasta cumplir 83. Esta reforma fue criticada por los opositores del gobierno ruso, de acuerdo a Reuters, quienes calificaron dicha medida como un “golpe constitucional”.
La enmienda vino acompañada de otras leyes, que se espera cuenten con apoyo popular, como la prohibición al matrimonio homosexual, que un futuro presidente se postule a un tercer mandato y un refuerzo al sistema de pensiones.
Todo esto fue aprobado por la Cámara Alta y Baja del parlamento durante el mes de marzo.
Los cambios fueron propuestos por el mismo Putin en julio de 2020, además de esto también le permitiría tener más poder como tomar la decisión de despedir a jueces de tribunales superiores y rechazar leyes que hayan sido aprobadas por el Parlamento.
Sin embargo, “la última palabra” la tiene la ciudadanía, quienes votarán a favor o en contra el próximo 22 de abril.
La presidenta del Senado del país, Valentina Matvienko, afirmó que pese al coronavirus, el referéndum debe de darse.
La popularidad del presidente cayó a su mínimo histórico el año pasado, durante las fuertes restricciones por el COVID-19, pero se recuperó en noviembre y para febrero se mantenía estable, de acuerdo al Centro Lavada, una organización rusa independiente.
Aun así, Rusia está viviendo un panorama político tenso desde que inició el 2021. La situación se generó desde el arresto del líder opositor, Alexei Navalny en enero.
De acuerdo a un recuento publicado por la agencia de noticias Bloomberg, las protestas para exigir la liberación de Navalny condujeron a 4000 manifestantes –en toda Rusia- a la cárcel.
La oposición busca generar un cambio político antes del 2024, fecha en la cual le toca a Putin elegir si se postulará para un siguiente período presidencial, tomando en consideración que lleva más de dos décadas en el Kremlin.
Navalny se convirtió en una pieza clave dentro de la oposición rusa y en un símbolo de lucha desde que ingresó a la prisión. Se enfrenta a una condena de dos años y ocho meses por haber violado su libertad condicional.
El también bloguero abandonó el país para recuperarse de una intoxicación que casi acaba con su vida. En la actualidad, ha declarado sentirse “gravemente enfermo” dentro de la prisión.
Desde su encarcelamiento, la comunidad internacional mantiene una fuerte presión hacia Putin y exigen su liberación.
Desde hace varios años Rusia no es considerada como “democrática”, por diversos países, como Estados Unidos y algunos miembros de la Unión Europea, y también especialistas.
En el año 2012, William Partlett, de Brookings Institution, aseguró que la nación europea era una “democracia administrada” o “falsa”.
Partlett sentenció que el gobierno de Putin es un ejemplo de “un tipo de gobierno político global posterior a la Guerra Fría que Steven Levitsky y Lucan Way denominan «autoritarismo competitivo»”.
Otro especialista en política internacional, Christian Caryl, relató en el diario Nueva República, en el 2017, que desde los años 80, Rusia inició una serie de reformas constitucionales, sin embargo, cuando Putin asumió el cargo “recayó”; en primera instancia porque se encargó de despojar a los oligarcas de sus activos e instalar a aliados en cargos gubernamentales claves.
Con referencia a las últimas elecciones realizadas en el país, en el 2018, Leonid Bershidsky, escribió en Bloomberg que eran unas “elecciones falsas con un resultado bastante real”.
“Demostró claramente que la mayoría de los rusos acepta las reglas que les impuso el presidente Vladimir Putin. Eso en sí mismo es una especie de elección democrática, con claras implicaciones para los enemigos de Putin dentro y fuera de Rusia”.
Sin embargo, deja claro que el país está lejos de tener una democracia plena.
Asimismo, la opinión internacional sobre Rusia y Putin tampoco es muy positiva.
En unas recientes declaraciones, el actual inquilino de la White House, Joe Biden, aseguró que Putin pagaría “caro” su interferencia en las elecciones presidenciales de 2020, luego de que la Oficina de Inteligencia de Estados Unidos comunicara que Rusia intervino con el objetivo de denigrar a Joe Biden.
La Casa Blanca informó que Biden sostuvo una llamada telefónica con Putin y aclaran que pidió respuestas acerca de la interferencia durante las elecciones, además de mencionar el presunto envenenamiento del opositor Alexei Navalny y el ciberataque masivo de Solarwinds.
Los opositores temen lo que puede hacer Putin y cómo planea reordenar el Estado ruso. En un artículo de The New Yorker, la analista política, Masha Lipman explica que hoy día, el presidente tiene el control –casi total- de las elites y de las tomas de decisiones.
Lipman destacó que en los últimos años se evidencia una menor libertad de expresión y de prensa, también menciona que el gobierno se ha vuelto más opresivo.
Esto no significa que no goce de apoyo popular y es que plantea que en Rusia los ciudadanos no viven con miedo.
En comparación a la época de la Unión Soviética, tienen mayores oportunidades de consumo, de recreación y de ganar dinero.