El extremismo en Francia alcanzó otro nivel después de la decapitación del maestro de secundaria Samuel Paty (47 años). El hecho se registró el 16 de octubre y fue producto del terrorismo islámico. Dicha situación está cuestionando el secularismo francés por muchas razones.
Después de salir del colegio Bois-d’Aulne, ubicado en Conflans-Sainte-Honorine, París, el catedrático de historia y geografía fue sorprendido por un joven ruso de origen checheno, Abdoullakh Anzorov (18 años) , que llegó a Francia como refugiado, quien le quitó la cabeza en “nombre de Alá, el todo misericordioso”.
La policía lo localizó después de que posteará una fotografía de la cabeza del profesor en Twitter con el mensaje: “He ejecutado a uno de los perros del infierno que se atrevió a humillar a Mahoma”. Lo mataron a tiros.
Una semana después del suceso, Francia continúa conmocionada. Todo inició con una clase de libertad de expresión que impartió el profesor a sus alumnos.
Según narra El Periódico, Paty le pidió a los estudiantes musulmanes que salieran de la clase para evitar ofenderlos con las imágenes elegidas: Unas caricaturas del profeta Mahoma.
Después del suceso que provocó la muerte de Paty, la Fiscalía Nacional Antiterrorista imputó a siete personas, entre ellos un representante, amigos del atacante y también a dos estudiantes que recibieron entre 300 a 350 euros para identificar al profesor, aunque estos después quedaron en libertad bajo control judicial.
Tras la brutal decapitación del maestro, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, prometió una mayor represión para el extremismo.
El mandatario dirigió un acto conmemorativo en nombre del maestro desde la Universidad de la Sorbona en París. Presentó a Paty como un símbolo de los valores de Francia y de lucha en contra el extremismo islámico.
En los últimos cinco años, el extremismo islámico ha matado a 200 personas en el país europeo.
“Samuel Paty se convirtió el viernes en el rostro de nuestra república, de nuestra determinación de acabar con los terroristas, de disminuir a los islamistas, de vivir como una comunidad de ciudadanos libres en nuestro país”.
También aseveró “No renunciaremos a las caricaturas, los dibujos, incluso si otros retroceden”.
Más tarde en una ceremonia privada, Macron también le otorgó la Legión de Honor (póstuma) —la condecoración civil más alta de Francia— al maestro Paty, frente a su familia en el monumental Gran Anfiteatro de la Sorbona.
El presidente también tomó acciones contundentes. Decidió disolver al colectivo “Cheikh Yassine” debido a su implicación “directa” en el ataque terrorista.
Asimismo, la administración de Macron también ordenó el cierre –por seis meses– de una mezquita en el suburbio de Pantin, al noreste de París.
¿Es correcto lo que hace el mandatario? Para algunos críticos sus anuncios pueden ser contraproducentes y hasta peligrosos.
El abogado Nabil Boudi le dijo a Euronews que el principal objetivo de una organización terrorista es “hacernos perder nuestros valores. ¿Qué valores? El estado de derecho, las instituciones judiciales, la separación del poder, la libertad de expresión, la presunción de inocencia (…) todos estos valores están bajo amenaza de ser violados ahora. Entonces el gobierno está cayendo en la trampa que se le presentó”.
El imán de la mezquita municipal de Drancy en Seine-Saint-Denis, cerca de París, Hassen Chalghoumi, expresó a Euronews que los musulmanes son también víctimas del islam radical y para él es importante que el gobierno francés actúe de manera consecuente.
“Limpiar las alimañas islamistas, el veneno del Islam. El islamismo también nos amenaza. Yo también estoy amenazado. Dije y repito, a nuestro presidente y a todos los líderes europeos, ¡actúen ahora! Protejan a nuestros niños”, comunicó.
Sin embargo, más allá de esto, este desprecio comenzó a crecer a mediados de los años 2000. El exmaestro, Michaël Prazan, declaró a la BBC que fue debido a la prohibición de símbolos religiosos en las escuelas por parte del gobierno.
Esta acción responde directamente a respetar el secularismo estatal, o laicidad, ya que es fundamental para la identidad nacional de los franceses.
El secularismo es lo más parecido a la religión estatal y se remonta desde 1905, en un período de conflictos con la Iglesia Católica con el objetivo de separar la religión del Estado.
Incluso es tan importante como otros valores como “libertad, igualdad, fraternidad”, los valores inscritos en el lema nacional.
Aun así, en los últimos años ha incrementado el número de estudiantes que no se adaptan a los valores franceses.
La profesora de historia, Fathia Agad-Boudjhalat, explicó en la radio francesa que “El año pasado, un estudiante me dijo que era completamente legítimo matar a alguien que no mostraba respeto al Profeta (Mahoma)”
Y más adelante agregó “Viene de lo que escuchan en sus familias”.
En sí, el secularismo decreta“que el espacio público, ya sean aulas, lugares de trabajo o ministerios, debe estar libre de religión. Frenar la libertad de expresión para proteger los sentimientos de una comunidad en particular, dice el estado, socava la unidad del país”, de acuerdo a lo que indica BBC.
Después de este ataque muchos franceses se están cuestionando sobre las leyes seculares. Algunos creen que la fuerte defensa al secularismo está alimentando la separación y la discriminación.
“Hay una cultura política que tiene problemas con el Islam”, aseveró Farhad Khosrokhavar, un destacado sociólogo y experto en el Islam radical al medio alemán DW. “Y esta cultura política, laïcité, es un problema”, destacó.
En su lucha contra el “extremismo”, el gobierno francés también ha prohibido los trajes de baños islámicos y están a poco de eliminar las pruebas de virginidad.
La negativa a las “tradiciones” islámicas por parte de los políticos franceses alcanzó un nuevo nivel cuando una líder estudiantil (adepta a la religión islámica), pronunció un discurso en la Asamblea Nacional y algunos legisladores se levantaron de la silla porque llevaba puesto su velo.
Khosrokhavar opinó que “El secularismo fue una vez una forma de gestionar la relación entre el gobierno y la sociedad (…) Pero se ha convertido en una especie de religión civil, con sus códigos, sus prescripciones”.
En Francia está la comunidad más grande de musulmanes de la Unión Europea, cuenta con alrededor de 5.7 millones de personas y su mayor temor es que –después de esto- se profundice la división entre los creyentes moderados y los radicales.
A tan solo 18 meses de las elecciones parlamentarias, Macron enfrenta una nueva barrera con la extrema derecha que le pide ser más radical con los islamistas.
Marine Le Pen, líder de Rally National, el partido de oposición más grande del país, señaló que el Islam es una “religión bélica” y “legislación de guerra” y pidió acciones radicales como el cese de la inmigración.
Le Pen se perfila como la principal competencia del presidente en los comicios en abril de 2022.
“Este es el comienzo de la gran maniobra en torno a las próximas elecciones”, dice Emmanuel Rivière, director ejecutivo de la división pública de la agencia electoral Kantar en Francia a la revista Time.
Dedujo que el líder actual no se adapta por completo a lo que está ocurriendo en el país en la actualidad.
“Macron se identifica con la economía, con el liberalismo, con su reputación internacional”, dice. «No se le identifica con el crimen y el terrorismo”, concluye.