La perspectiva humana influye al momento de atribuir a los animales un comportamiento. El altruismo en este caso, aplica cuando una especie «ayuda» o se «sacrifica» por otra.
En enero de 2009, los ecologistas marinos Robert Pitman y John Durban se encontraban a bordo de un buque de investigación frente a la Península Antártica Occidental cuando vieron algo extraño.
Como describieron años después en Marine Mammal Science, los investigadores observaron una manada de once orcas atacando una foca que había buscado refugio. Lo inusual fue que Pitman y Durban contemplaron cómo dos enormes ballenas jorobadas se lanzaron al centro de la acción.
Las orcas y las focas son enemigos naturales. Aun así, los testigos vieron que los depredadores no alcanzaron su objetivo.
Pues una de las jorobadas frustró la caza. Este acontecimiento forma parte de una serie de avistamientos que la ciencia aún no ha podido verificar.
Para los biólogos, el altruismo incluye cualquier comportamiento que beneficie a otro individuo a un costo o riesgo para el altruista. La jorobada se arriesgó. La única beneficiaria fue la foca.
Muchos actos como estos se han desarrollado cuando se trata especies que son parientes, beneficiando así el propio legado genético. Por ejemplo, es más probable que los perros de las praderas ladren para alertar a sus familiares de que busquen refugio.
Pero la selección de parientes no puede explicar por qué una ballena ayudaría al integrante de una especie diferente.
No obstante, una explicación es claramente necesaria. Lo que hicieron las ballenas jorobadas no fue casualidad: se trata de uno de los más de 60 episodios registrados de jorobadas que intervinieron en ataques de orcas en especies no relacionadas.
Estas no son las únicas especies de comportamientos similares. Hay historias de delfines que rescatan humanos de tiburones. Los simios también han salvado a animales heridos o a niños al caer en sus recintos.
Los murciélagos vampiros, por ejemplo, se ayudan mutuamente regurgitando sangre para donarla a otros que no pudieron alimentarse esa noche. El caso de los monos vervet es diferente. Pues logran detectar la cercanía de un depredador, de esa manera advierten a los integrantes de la manada.
Incluso en las colonias de insectos, los individuos protegen a la reina así les cueste la vida. Dedican sus vidas a servirle buscando comida, protegiendo el nido y cuidando las larvas.
Estas acciones contradicen la teoría de la evolución de Charles Darwin que predice una mejor tasa de supervivencia para los animales más egoístas.
El investigador acuñó en el siglo XIX el término selección natural, entendido como la supervivencia del más apto. Los animales se comportan de una manera que garantiza la supervivencia.
«El actor focal ayuda a los cooperadores entre especies con el fin de mejorar el entorno social para futuras generaciones de sus propios parientes», sugiere un ensayo publicado por la Sociedad Europea de Biología Evolutiva.
Por lo tanto, es probable que actos de este tipo se repitan. Incluso en los humanos. El investigador Felix Warneken demostró que los niños de hasta 18 meses brindan ayuda a los adultos necesitados. Y varios grupos de investigación revelaron que una variedad de especies animales, desde bonobos hasta las ratas, actúan de manera altruista.
En un estudio, las ratas de laboratorio trabajaron para liberar a otras compañeras de los inmovilizadores, aún si eso significaba renunciar al chocolate por sí mismos.
Un reciente informe revela que los loros grises africanos ayudan a sus compañeros a completar las tareas a pesar que no hay un beneficio inmediato para ellos mismos.
Si bien se han observado otros comportamientos prosociales en las aves, el equipo dice que ayudar a los compañeros a lograr un objetivo, la llamada «ayuda instrumental», solo se ha demostrado anteriormente fuera de los humanos en orangutanes y bonobos.
La Dra. Désirée Brucks, coautora del artículo del Instituto Max Planck de Ornitología, le dijo a The Guardian que era una elección obvia el hecho de probar un experimento con loros.
«Los loros y los cuervos, son realmente conocidos por ser los pájaros más brillantes, a menudo se los conoce como simios emplumados». El equipo dice que sus hallazgos sugieren que el comportamiento útil surgió varias veces a lo largo de la evolución.
«Parece que presiones sociales y ecológicas potencialmente similares sobre los mamíferos y también las aves conducen al desarrollo de comportamientos parecidos», dijo Brucks.
En total, ocho loros grises africanos y seis guacamayos de cabeza azul participaron en los experimentos. Todos fueron entrenados individualmente para intercambiar las fichas por comida cuando un humano extendió su mano.
La ciencia aún no determina si se trata de un gesto que forma parte del ADN de una especie. Los casos han sido protagonizados por individuos.
Esto sugiere que la motivación altruista pudiera surgir de la justicia y la moralidad, competencias características de los humanos.