La sexodiversidad es un tema del que se habla en todo el mundo. El caso de África no es la excepción. Especialmente cuando se trata de detenciones y prohibiciones que, para diferentes activistas, se trata de crímenes en contra de los derechos humanos.
El último informe de la ILGA World (the International Lesbian, Gay, Bisexual, Trans and Intersex Association), una organización no gubernamental que vela por la comunidad LGTB lo afirma.
De los 72 países que criminalizan la homosexualidad, 32 son de África. Los castigos van desde el encarcelamiento hasta la pena de muerte en lugares como Mauritania y Sudán.
Zambia condenó a dos hombres a 15 años de prisión la semana pasada por tener sexo en la habitación de un hotel. A fines de noviembre, la policía de Uganda detuvo a 125 personas en un bar en la capital, Kampala, decenas de las cuales ahora enfrentan cargos.
En Nigeria la semana pasada, 47 hombres se declararon inocentes de cargos de demostraciones públicas de afecto con personas del mismo sexo. Habían sido detenidos durante una redada policial en un hotel de Lagos en 2018.
Tales casos están provocando acalorados debates sobre los derechos de los homosexuales en el continente africano.
El grado en que se hacen cumplir las leyes varía. Mientras Uganda arresta, Gambia no ha procesado a nadie bajo sus leyes contra la sodomía desde el cambio de gobierno en 2017.
Incluso cuando no se aplican, se prolonga el estigma asociado a la homosexualidad, dijo a DW Alan Msosa, un investigador de Malawi para la Universidad de Bergen en Noruega.
«Le dan a la gente la oportunidad de decir: no nos gustan porque son delincuentes».
De acuerdo a un artículo escrito por la socióloga Amy Adamczyk, la homosexualidad es un problema recurrente para la religión.
«La mayoría de los textos religiosos dicen que la homosexualidad es problemática. Es más probable que más personas religiosas tomen en serio estos preceptos religiosos. Cuando una gran proporción de personas está altamente dedicada a su religión, todos en el país tienden a desarrollar puntos de vista más conservadores», manifestó.
De hecho, África y Asia son los continentes más religiosos. Según un reportaje de la DW, alrededor del 93% de los africanos son cristianos (63%) y musulmanes (30%).
Algunos investigadores también creen que los cristianos evangélicos estadounidenses están desempeñando un papel importante en la formación de actitudes negativas hacia la homosexualidad en países como Uganda, Zambia y Zimbabwe al promover deliberadamente agendas religiosas conservadoras.
En África diferentes países dejaron de ser colonias en décadas pasadas. Las administradores coloniales introdujeron alrededor del mundo leyes que prohíben los «actos antinaturales».
A partir de 1860, el imperio británico redactó códigos penales con una misión moral y religiosa en mente. La intención era proteger a los cristianos locales de la «corrupción», así como corregir y cristianizar las costumbres «nativas».
El año pasado la ex primera ministra británica, Theresa May, instó a las naciones de la Commonwealth (Mancomunidad británica de naciones) a reformar la legislación anti-gay existente retenida del dominio colonial de Gran Bretaña.
Su discurso se produjo tras la decisión judicial de Trinidad y Tobago, nación caribeña, de despenalizar la homosexualidad. Luego el obispo anglicano trinitense, Víctor Gill, dijo que el discurso de May fue obra del neocolonialismo. También manifestó su rechazo hacia la homosexualidad.
«Es un crimen ser gay. Bueno, una vez que se elimine la ley y se convierta legalmente en correcta, entonces será correcto que se les enseñe (a los niños en las escuelas), entonces quieren igualdad de oportunidades para los servicios, etc.», añadió.
Las élites de África, que incluyen líderes políticos, religiosos y comunitarios, a menudo afirman que las prácticas homosexuales son un mal occidental importado.
El ex presidente zimbabuense Robert Mugabe era conocido por sus polémicas y homofóbicas declaraciones. En 2013, dijo que la sexodiversidad es una enfermedad blanca. La opinión del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, es similar. Para él la homosexualidad es una «importación occidental».
A raíz de la reciente sentencia de los dos hombres gays de Zambia, un obispo de ese país llamó a sus conciudadanos a proteger sus propios valores y cultura de influencias externas.
Algo que, para el activista Bisi Alimi, significa una cosa: quien desconoce la sexodiversidad en África, desconoce su historia. En un artículo publicado por The Guardian, indica que la cultura africana no es ajena a los comportamientos y actos homosexuales.
«Por ejemplo, en mi idioma local (yoruba), la palabra homosexual es adofuro, un coloquialismo para alguien que tiene sexo anal. Puede sonar insultante y despectivo, sin embargo, el punto es que hay una palabra para el comportamiento. Además, esta no es una palabra nueva; es tan antiguo como la cultura Yoruba», escribió.
Al pedir a sus ciudadanos que se protejan contra la occidentalización y protejan su propia cultura, la homofobia se ha convertido en un grito de guerra que sirve para movilizar y unir a las masas.
En un estudio sobre las actitudes hacia la homosexualidad en Malawi, se descubrió que el 80% de los encuestados creía que el sexo homosexual es incorrecto, pero el 33% todavía cree que Dios ama a las personas en relaciones homosexuales.
«Malawi tiene una población comparativamente alta que es conocida por un número significativo de malauíes comunes, pero esta realidad permanece oculta en la conciencia social», se lee en el informe.
El 50% de los encuestados afirmaron haber denunciado ante las autoridades a personas de preferencias sexuales y de géneros diferentes.
Mientras en América y parte de Europa aprueban leyes de matrimonio entre personas de la comunidad LGBT, en África el panorama es contrario.