2019 ha sido un año donde el cambio climático es parte del discurso político y mediático. El impacto en la sociedad ha sido inminente. Aún así, en Estados Unidos se debate para comprobar la veracidad del problema.
De un lado se perciben predicciones de corte apocalíptico. Las de Greta Thunberg, una joven que se ha dado a conocer en la opinión pública por sus duros comentarios acerca del tema, son un ejemplo.
«Alrededor de 2030 estaremos en condiciones de desencadenar una reacción en cadena irreversible más allá del control humano. Eso conducirá al fin de nuestra civilización tal como la conocemos», manifiesta en su libro No One Is Too Small to Make a Difference (2018).
No solo los activistas ambientales como ella se han manifestado al respecto, sino figuras de la política estadounidense. La representante de Nueva York en el Congreso, Alexandria Ocasio-Cortez, ha dicho que el mundo se acabará en 12 años si no se hace algo al respecto.
Medios de comunicación como Vice han dedicado editoriales anunciando el comienzo del colapso en la civilización.
«A medida que el mundo se tambalea bajo cada nuevo brote de crisis: olas de calor récord en todo el hemisferio occidental, incendios devastadores en la selva amazónica, el huracán Dorian, que se mueve lentamente, se derrite el hielo en los polos, la cuestión de qué tan mal podrían ponerse las cosas y cómo pronto, se ha vuelto cada vez más urgente», se lee en el artículo.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, cuestionó el reporte de su propio gobierno, donde alerta y advierte las las consecuencias del cambio climático. Incluso retiró al país de los Acuerdos de París en 2016.
La comunidad científica también se ha expresado. El profesor de Penn State, Michael Mann, uno de los científicos climáticos más reconocidos del mundo, dijo a Observer que aunque el rechazo rotundo del calentamiento global se estaba volviendo cada vez más difícil de mantener frente a la creciente evidencia.
«En primer lugar, intentan desviar la atención de encontrar soluciones políticas al calentamiento global para promover cambios de comportamiento individuales».
En otras palabras, es necesario cambiar la dieta alimenticia, las opciones de viaje y otros hábitos. «Esta es una campaña de desviación y muchas personas bien intencionadas han sido atrapadas por ella».
Para Mann, la batalla entre los deniers del climate change y el movimiento ambiental ha entrado en una nueva fase.
«También debemos ser conscientes de cómo las fuerzas de la negación están explotando el movimiento de cambio de estilo de vida para lograr que sus partidarios discutan entre sí. Quita presión de los intentos de regular la industria de los combustibles fósiles. Este enfoque es una forma más suave de negación y, en muchos sentidos, es más pernicioso «, le dijo a The Guardian.
En los últimos 25 años el climatólogo se ha dedicado a denunciar que las crecientes emisiones de combustibles fósiles y los niveles crecientes de dióxido de carbono atmosférico calientan el planeta a un ritmo preocupante.
Sin embargo, los negadores (representantes de empresas y políticos) no han renunciado a reducir el uso de tales recursos energéticos. A su juicio, promover una actitud como esta, conlleva a las personas hacia un camino de desesperación e inacción. «Lo que en realidad nos lleva al mismo lugar que la negación absoluta del cambio climático».
“Se trata de una guerra climática”, dijo Mann, “y es peligrosa. El enfoque tiene una apariencia de credibilidad”, agregó.
Un informe publicado en octubre por el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), indica que solo podría detenerse si el mundo realizara cambios importantes y costosos.
Eso significa reducir las emisiones globales de CO2 en un 45% desde los niveles de 2010 para 2030. Así como reducir el uso de carbón a casi cero y usar hasta siete millones de kilómetros cuadrados para cultivos de energía terrestre.
Si el mundo no actúa, advirtieron los investigadores, habría algunos cambios significativos y peligrosos en el mundo. Por ejemplo, el aumento del nivel del mar, impactos significativos en las temperaturas y la acidez de los océanos, y la incapacidad de producir cultivos como el arroz, el maíz y el trigo.
Un artículo publicado en Forbes, critica tal posición. «A veces, los propios científicos hacen afirmaciones apocalípticas», escribió Michael Shellenberger, fundador de la organización ambiental Environmental Progress.
El autor del texto manifestó que ha corregido la cobertura de los medios «inexactos» en torno a los incendios en el Amazonas y California. Sucesos asociados incorrectamente con el cambio climático.
Esta discusión repercute en la sociedad. Una encuesta de Pew Research Center, revela que la mayoría de los estadounidenses están tomando al menos alguna acción específica en su vida diaria para proteger el medio ambiente porque es un problema (59%).
Los efectos principales incluyen clima severo como inundaciones y tormentas intensas (70%), daños a la vida animal y sus hábitats (69%), así como a los bosques y la vida vegetal (67%), sequías y escasez de agua (64%) .
Los incendios forestales más frecuentes y el aumento del nivel del mar que erosionan las playas y las costas también se mencionan en porcentajes iguales, (56% de los encuestados).
Por otro lado, en Inglaterra, un grupo de psicólogos indicó que los niños están padeciendo de ansiedad debido al debate en torno al cambio climático.
«No hay duda en mi mente de que están siendo impactados emocionalmente ese verdadero miedo de los niños debe ser tomado en serio por los adultos», recomendó Caroline Hickman, profesora de la Universidad de Bath y ejecutiva de CPA.
Los contrastes no son algo nuevo. En el mundo hay criterios distintos en cualquier tópico. Para algunos no queda mucho tiempo, otros son escépticos y siguen reproduciendo políticas empresariales sin importar el costo ambiental.