Los medios de comunicación informaron esta semana que hubo dos tiroteos masivos. Uno en California y otro en New Jersey, sumando 372 durante este año de acuerdo a la ONG (Organización no gubernamental), Gun Violence.
Sin embargo, de acuerdo a la definición del FBI, hay un mass shooting cuando mueren mínimo cuatro personas en adelante. El conteo de la ONG incluye aquellos casos de una sola muerte.
De todos modos, hay un factor «no sorprendente» que influye en este tipo de acciones, dicen los científicos. Una investigación de la Universidad Estatal de Arizona revela sucesos como estos tienden a ser contagiosos. ¿La razón? La cobertura mediática intensiva parece impulsar la acción.
La investigadora principal, Sherry Towers, dedicó la mayor parte de su carrera a analizar la propagación de enfermedades infecciosas. Algunas como el ébola, la gripe y las de transmisión sexual.
Quería saber si los casos de violencia masiva se contagian. Por eso conectó cada conjunto de datos en un modelo matemático.
«Lo que encontramos fue que para los asesinatos en masa, donde hay al menos cuatro personas asesinadas, había evidencia significativa de contagio», indica Towers.
En otras palabras, se propagan. Los medios de comunicación ha jugado un papel importante. Pues los mass media nacionales e internacionales le han dado una atención especial. Las personas vulnerables que también están enojadas pueden identificarse con el tirador e inspirarse en esas historias.
«Entonces ocurre un tiroteo masivo y luego individuos vulnerables escuchan sobre el tiroteo y ven esto como una especie de guion que también podrían seguir», sentencia Towers.
«Quieren tener notoriedad en la muerte que no tienen en la vida», suscribe la criminóloga de la Universidad de Hamline en Minnesota, Jillian Peterson, quien también ha estudiado el tema.
«Cuando la noticia aparece en los titulares y todo el mundo habla de eso, se convierte en algo que otras personas ven como una posibilidad para ellos mismos».
Ahora es difícil saber si el asesino en California o el de New Jersey, fue conscientemente influenciado por el tirador en Las Vegas u otro, pero Sherry Towers señala que hay evidencia clara que el tirador en El Paso, Texas, se inspiró en el tiroteo en una mezquita en Nueva Zelanda en marzo.
«Es en su manifiesto que publicó en línea menciona que quería emular el tiroteo en Christchurch, Nueva Zelanda».
Peterson y otros investigadores creen que los medios de comunicación deben evitar mostrar las imágenes de los tiradores y «repasar mejor» su historia para determinar qué los motiva cometer asesinatos. «El hecho de que les demos notoriedad es problemático», añade Peterson.
Se trata de una forma de contagio social como el de los suicidios. Por ejemplo, cuando se cubre un caso de alto perfil, quienes mantienen pensamientos suicidas al leer o mirar una noticia sobre la muerte de un artista famoso, emulan la acción, lo que se conoce como el efecto Werther.
Luego de la muerte del actor Robin Williams, víctima de depresión, los investigadores documentaron un aumento del 10% en los suicidios en los meses posteriores a su muerte.
Peterson ha entrevistado a tiradores masivos en prisión. «Podemos demostrar que alrededor del 80% eran activamente suicidas antes del tiroteo».
La gran mayoría de las personas de pensamientos de este tipo no atacan a otros. Y las personas con cualquier problema de salud mental no son más propensas a ser violentas.
No obstante, estos casos son «muy raros», como dice Peterson. Una pequeña minoría de personas siguen el camino de la violencia hacia los demás y luego termina con su vida.
Ella ha llegado a creer que los tiroteos son una forma de suicidio. «Se trata de personas enojadas que llevan a otras con ellos».
Es decir, el tirador nunca espera vivir luego del acontecimiento. No hay un plan de escape. Es su último momento.
Otros investigadores han documentado lo mismo en estudios de shooters activos. «Alrededor de la mitad de los tiradores escolares murieron por suicidio en su ataque», manifiesta Peter Langman, psicólogo clínico en Allentown, Pensilvania.
«A menudo es una mezcla de depresión severa, angustia y desesperación que los lleva a terminar con sus propias vidas».
Como ya hemos escrito, la sociedad estadounidense influye notoriamente en los tiroteos masivos. Un estudio de Violence Project, que reúne datos de 1966 en adelante, determina 4 elementos en común.
Todo comenzó cuando un ex marine abrió fuego desde una plataforma de observación en la Universidad de Texas, matando a 15 personas. No fue el primer caso en los EE. UU., pero los investigadores lo eligieron como punto de partida porque fue el primero en ser cubierto sustancialmente en radio y televisión.
Primero, en la mayoría de los sucesos registrados por la investigación, se concluyó que los perpetradores experimentaron traumas durante su infancia o estuvieron expuestos a violencia. Por ejemplo suicidio parental, abuso físico, sexual y acoso severo.
En segundo lugar, los shooters suelen atravesar crisis identificables durante las semanas o meses previos al suceso. A menudo se habían enojado por un motivo en el entorno laboral (despido), algunos han vivido rechazo o la pérdida de una relación sentimental.
El tercer precepto de la investigación indica que los shooters han estudiado las acciones de otros. «Las personas en crisis siempre han existido, pero en la era de las noticias de 24 horas y las redes sociales, hay guiones a seguir».
El miedo social y la fascinación por los tiroteos masivos en parte impulsan la motivación para cometerlos. De acuerdo al texto, buscan aprobación en línea para que su voluntad de asesinato sea justificada.
Cuarto, los tiradores contaban con los medios para llevar a cabo sus planes. Una vez que alguien decide no vivir y asesinar a otros sería una venganza adecuada.
Según los datos de Violence Project, en el 80% de los shootings escolares, los perpetradores obtuvieron las armas de sus integrantes de la familia. Los tiradores en el lugar de trabajo solían usar pistolas que poseían legalmente. Otros tiradores adquirían armamento de manera ilegal.
Mientras la voluntad política no utilice las herramientas necesarias para atacar el problema de raíz desde un punto de vista social, o los medios de comunicación no cumplan con la ética periodística, los potenciales shooters siguen pensando en lo inevitable.